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Hasta las coristas parecían otras al descender a tierra. Contestaban a los saludos de Maltrana con una discreción de grandes señoras que abandonan su incógnito. Ya estaban en América. La fortuna, indudablemente, les reservaba gratas sorpresas. Había que hacerse valer, olvidando las promiscuidades del buque.

Sus deseos podían realizarse. El marido les facilitaba el paso con su inesperada intervención. Y el joven Desnoyers se marchó á América para reunir dinero y casarse con Margarita. El primo de Berlín El estudio de Julio Desnoyers ocupaba el último piso sobre la calle. El ascensor y la escalera principal terminaban ante su puerta.

Otra cosa pasó que se me ha quedado muy presente. Las paredes de la casa hallábanse adornadas con dos clases de objetos: estampas de santos y mapas; la Corte celestial por un lado, y todos los derroteros de Europa y América por otro.

Y el capital inglés, el primeramente formado, fomentó el progreso de todo el mundo y particularmente en la América del Sur que sin él estaría aún en la barbarie.

En Europa, el monte Blanco y el Elbrouz se elevan á 4,800 y á 5,600 metros respectivamente sobre el nivel del mar; en Asia, el Gaurisankar del Himalaya alcanza 8,840 metros; en América, el Aconcagua, el Chimborazo, y las principales cimas de las Cordilleras de los Andes, pasan de 6,800 y de 6,200 metros sobre el nivel del océano Pacífico.

Abiertos que fueron en el Pacífico los puertos de las costas de América y del Japón, y estando enclavados aquellos en resguardadas y bien situadas bahías, habiendo en ellos magníficos y bien surtidos almacenes de efectos navales, con que reponer las frecuentes averías que se experimentan en las regiones polares, y sobre todo, representando aquellos puertos fáciles y frecuentes comunicaciones, al par que económicos expendios en las faenas de carga, descarga y almacenaje, claro es, que á ellos habían de ir las naves, abandonando las Marianas, en donde no encontraban las anteriores ventajas.

Paró él muy poco la atención en ella, embriagado por sus triunfos en la cátedra y en la sociedad; la trató con la protección amable que concede un grande hombre a un niño. Pero don Germán hizo su segundo viaje a América, transcurrió más de un año sin verla y cuando al cabo se encontraron Clara se había transformado en mujer.

La América latina ha sido escasa en mentes colosales. El genio, como el célebre arbusto parlante de Sumatra, no se ha dado en América sino muy de tarde en tarde.

«Por todo lo que precede se ve que las colecciones botánicas del señor de Orbigny, junto con las notas y los dibujos, que las acompañan pueden extender muchísimo nuestros conocimientos sobre la vegetacion de la América meridional.

¡Oh, amada Filipinas! inculpa á tus riquezas, á tu hermosura, la inmensa desgracia que pesa sobre tus fieles hijos. Has despertado la ambición de los imperialistas y expansionistas del Norte de América, y unos y otros han echado sus afiladas garras sobre tus entrañas! ¡Madre amada, madre querida, estamos aquí para defender tu libertad é Independencia, hasta morir!