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Cuando los vómitos preceden al acceso ó complican el estadio del frio, es cuando se observan los sudores frios, el síncope, grande ansiedad y palpitaciones violentas.

Rodeaba el convento por delante el patio grande, de que ya hemos hablado, y en él, a izquierda y derecha de la puerta de entrada, había cuartos pequeños de un solo piso, para alojar a los jornaleros, cuando los religiosos cultivaban sus tierras: allí habitaba en la época en que pasa nuestra historia, el guarda Manuel Alerza con su familia.

2 Levántate, y ve a Nínive, ciudad grande, y pregona contra ella; porque su maldad ha subido delante de . 3 Y Jonás se levantó para huir de la presencia del SE

[Nota 148: Antes y más propiamente que el Diccionario de autoridades definió el patacón César Oudin, en su Tresor des devx langves...: «Patacón, monnoye de cuiure en Portugali, qui vaut enuiron deux liards, c'est aussi la grande reale d'argent de Castille de huict, c'est

Ardía todo en vivas llamas como también el demonio que le tiraba, el cual traía á la cintura, en señal del oficio, un grande haz de víboras, que le despedazasen; y vuelto á Lucas, con fiereza propia del infierno, le dijo: «También alguna vez te entendías conmigo y eras de mi servicio, siento mucho que me hayas dejado, vinieras ahora á cortejarme si estos Padres no hubieran venido á tu Ranchería á predicar la ley de Cristo: no lo puedo sufrir; no hacen otra cosa, más que hablar mal de y de mis cosas.

Era mediano en todo lo aparente: en belleza, en elegancia, en estatura; mediano era también en ingenio; sólo en lealtad y en nobleza era grande aquel mozo. Tendría acaso veinticinco años, y encontramos muy natural que el caballero de Luzmela le dijese: ¡Hola, médico!

Tomaron éstos el cadáver del santo mártir y se enfurecieron contra él con grande inhumanidad, hiriéndole con sus lanzas, y sólo desearon ensangrentarse más cuando ya no había qué maltratar y herir.

Se hunde un continente y se chocan dos océanos por la más insignificante de esas causas mecánicas que nacen en el centro de la materia; pero nada sucede, nada se mueve en la inerte y ciega máquina del mundo, cuando se altera el grande, el inmenso equilibrio de los corazones. Aquella mañana sintió Lázaro un dolor desconocido.

Oh dioses!" exclamó, penetrado aún del espíritu clásico. Pero era natural. ¿Quién soporta una tragedia con plaza pública, verdadero almacén de endecasílabos? ¿Quién soporta una tan grande ración de clasicismo á aquellas horas, después de oír veinte discursos, después de haber cenado? Aún faltaba algo.

Todo era modesto, de poco precio; pero la cama, con sus hierros coruscantes, les pareció a los dos un derroche, un alarde de suprema elegancia, una manifestación de su propósito de vivir en grande, sin privaciones. Siete duros les costó esta joya. Los dos se miraban con inquietud. ¡Qué modo de gastar el dinero!