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Cuando la ama de llaves entró con el café, encontró a su amo sentado como una mole inerte en un ángulo del sofá, con la frente cubierta de gruesas gotas de sudor y mirando fijamente con sus ojos apagados el papel que sus manos estrujaban todavía con un apretón casi convulsivo. ¡Dios mío! ¡Dios mío! ¡Señor doctor! exclamó la anciana dejando caer con estrépito la bandeja sobre la mesa.

Yo que profeso en el alma La religion de la muerte, Sobre su sepulcro inerte, Llanto y flores derramé, Y entre las fúnebres flores Lágrimas puse á millares, Y entre blancos azahares Pensamientos coloqué. Y al pié del mústio sepulcro De la cándida María, Mis ojos vieron un dia Dos pensamientos brotar, Y luego el huracan Llegar con vuelo violento, Deshojar un pensamiento... Y uno tan solo dejar.

Pálido, los labios contraídos, los ojos cerrados, el desconocido permanecía inerte y la señorita Guichard tuvo miedo. ¡Oh! Oh! ¿Acaso será esto más serio de lo que había pensado? Será preciso llevarle á la alcaldía. ¡Oh, tía mía!, suplicó Herminia; ¿dónde puede estar mejor cuidado que en nuestra casa? ¡Es verdad!, contestó con convicción la señorita Guichard.

El hombre sin pasiones seria frio, tendria algo de inerte, por carecer de uno de los principios mas poderosos de accion que Dios ha concedido á la humana naturaleza; pero en cambio, el hombre dominado por las pasiones es ciego y se abalanza á los objetos á la manera de los brutos.

Para que yo haga contigo lo que puedo hacer, se necesita que te fíes de por completo, que me rindas todas las potencias de tu alma, que seas entre mis manos, mientras duren mis operaciones mágicas, como masa inerte, sin voluntad, sin entendimiento y sin sentido. No bastaría que yo por fuerza o por astucia te despojase de todo.

Estaba acostumbrado al zumbido remoto de la máquina, que comunicaba un ligero temblor a las paredes. Le hacía falta el crujido de las maderas, el ruido continuo de agua corriente debajo de la ventana. Creyó estar ahora en una casa de tierra firme. Todo inerte, como si el buque fuese de ladrillo con profundas raíces en el suelo.

Quería casarle: y si ella partía, si se veía solo, abandonado, la tristeza y el tiempo que todo lo pueden, morderían su voluntad, hasta hacerle caer inerte, entregándose como una víctima que en su aturdimiento no abarca la importancia del sacrificio. Ella le escuchaba estremecida; con los ojos desmesuradamente abiertos por el terror.

Los físicos al considerar la inercia como propiedad de la materia, han atendido, tal vez mas de lo que ellos se figuran, á la idea de extension que nos presenta lo inerte por excelencia. Apenas se puede hablar sin que se las exprese; diríase que son elementos constitutivos de la inteligencia, pues que sin ellas se desvanece como fugaz ilusion.

El reloj de la catedral dio las siete y media. De un brinco se puso Quintanar en pie. ¡Media hora! media hora en un minuto; y no he oído el cuarto.... Y Frígilis va a llegar... y yo no he resuelto.... Don Víctor tuvo conciencia clara de que su voluntad estaba inerte, no podía resolver.

Frente de la ventana, a regular distancia del corralón de la posada, contrastando su fábrica de piedra con el maderaje y los tablones de que estaba formada la estación, había un edificio, rico en otro tiempo, a la sazón ruinoso, pobre, y sobre todo triste, como si su inerte mole fuera capaz de presentir la grandeza del rival que allí cerca y en pocas semanas alzaron unos cuantos hombres.