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Lo que hace al caso es saber que Abaris viajaba con facilidad prodigiosa. David estaba viejísimo, y los sabios de Israel resolvieron que, para aliviar sus dolencias y hacer menos crueles los postreros años de su vida, era menester casarle con una jovencita bella e inocente; la flor de las doce tribus.

Pensó en que el término dichoso, honesto y santo de la educación que a Arturito había dado, era casarle con la más linda señorita que hubiese en Río de Janeiro, cristiana y recatadamente educada, bonita y amable y de distinguida familia, en quien Arturito hallase una compañera digna y fiel y lograse dar a su padre el Sr.

Extraño es el suceso, y que pedía Más ingenio y mas tiempo; mas si es fuerza Obedecerte, digo que aunque mate El Rey á ese hombre, no remedia nada, Pues se queda la Infanta sin remedio, Y casarle con ella está más puesto En razón y justicia. ¿De qué modo, Siendo casado el hombre? Dando muerte

Subiéndose las gafas que se le habían deslizado hasta la punta de la nariz, prosiguió así: «Pues conmigo no juega. Le pongo en la calle como tres y dos son cinco. Tendré que hacer un esfuerzo, porque le quiero como debe de quererse a los hijos... ¡Yo que tenía la ilusión de casarle con Rufina o al menos con Olimpia!... No, me gusta mucho más Rufina Torquemada. Cuidado que soy tonta.

¿Conque es decir exclamó Montiño levantándose con la fuerza de un muelle , que mi honra anda ya por los figones, y no solamente por un lado sino por los dos? ¡mi mujer y mi hija! ¡y que no sepa yo lo que pasa en mi casa! ¡y que temiera yo llevar á ella á mi sobrino! ¡mi sobrino! ¡será necesario decírselo todo! ¡mi sobrino que es tan valiente! ¿pero cómo decirle: tu tía y tu prima son dos mujeres perdidas? ¡y yo que había pensado en ver el medio de casarle con mi hija!

Recordole en consecuencia, que su misión era casarle, que eso para ella era una cuestión de honor. Por otra parte añadió , cierta tarde me habéis expuesto unas teorías sobre el matrimonio, que me parecen muy edificantes; sería lástima que tan bello programa no se convirtiese en realidad, alguna vez siquiera en la vida. ¿Pero no veis que trato de realizarlo con vos?

Como hubiese modo de casarlos, ya se vería él, andando el tiempo, con Cristeta hecha Frasquita: los ojos tiernos, la boca desdentada, los zapatitos coquetones convertidos en zapatillas de orillo, medias caseras de algodón azul, y en vez de ligas color de rosa, cinta balduque. ¡Si pudiera casarle! Hay que madurarlo.

Quería casarle: y si ella partía, si se veía solo, abandonado, la tristeza y el tiempo que todo lo pueden, morderían su voluntad, hasta hacerle caer inerte, entregándose como una víctima que en su aturdimiento no abarca la importancia del sacrificio. Ella le escuchaba estremecida; con los ojos desmesuradamente abiertos por el terror.

Pusieron gran cuidado en casarle, para que en sus hijos, y descendientes se conservase el Señorio. Dieronle por mujer la unica heredera de Bonifacio de Verona, á quien ellos amaron y honraron mucho todo el tiempo que vivió, y despues de muerto quisieron que en su descendencia se perpetuáse el mando y gobierno de aquel Estado.

Dice que con la herencia que él le dejará, para nada necesita la carrera; quiere hacer de él un hombre a la moda, y quién sabe si tendrá pensado casarle por lo menos con la princesa de Asturias.... Y reía al decir esto con una risa misericordiosa, como si se sintiera elevado por encima de todas las miserias.