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Inclina mústio la frente sobre el pecho, y su semblante se cubre de una palidez mortal: su pié vacila, acuden los suyos á sostenerle, todos le preguntan, y á nadie responde. ¡Ah! el Dios de quien acaba de blasfemar ha anudado su lengua, y el ángel esterminador ha estendido sobre él sus alas invisibles . El rey altivo que habia subido á los altos miradores á gozarse en la ejecucion de su bárbaro decreto desafiando la cólera del cielo, baja á su lecho de muerte convertido en insensible tronco en brazos de sus esclavos.

Me parece muy bien, y en algo como ello, había pensado yo para salir del primer apuro. Después, Dios dirá... ¿no es así, Leto? Así mismo, respondió éste algo mustio otra vez.

Esta mansion espléndida será asolada y convertida en escombros; sus jardines se trasformarán en mústio páramo, mis tesoros rodarán entre el polvo, y lo que es hoy teatro de placer y de alegría se trocará en escena de desolacion y ruinaEl estilo de esta capilla indica perfectamente la transicion del bizantino al africano.

Le presentaba primero fresco, colorado, alegre, como una flor, lleno de gracia, de sueños de grandezas, esperanza de los suyos y de la patria... y después, seco, frío, hastiado, mustio, inútil. Casi siempre se olvidaba de decir la que les esperaba a las víctimas del vicio en el otro mundo. Aquella moral utilitaria la entendían las señoras y los indianos perfectamente.

Con irse el fiscal y no volver; marcharse enseguida los abogados y el médico que le acompañaban, y antojársele a Leto que se quedaba el Ayudante algo mustio sin los mirones que le entretenían, y que apestaban más que de ordinario los reverberos de petróleo, le fue entrando tal flojedad y tal disgusto, que se dejó llevar de calle la mesa para acabar cuanto antes el partido.

Para cerrar este capítulo y hacer comprender el espíritu bullanguero y alegre del tayabense, voy á recordar cómo conocí una de sus fiestas. Una tarde, que solitario, mustio y pensativo paseaba por la calle del Bambán, llamó mi atención un alegre grupo acompañado de la música, que con gran algazara traía la misma dirección en que yo marchaba.

En la vegetación de estas regiones, decíamos, es donde se verifica la alegoría pagana del terrible castigo de Prometeo, ó mejor dicho, donde se admira la magnífica realización de la mitológica fuente Canatos, donde Juno recobraba la virginidad; aquí, añadíamos, la hoja del árbol no cae seca y marchita; aquí se rinde por el tiempo, mas no por falta de lozanía, dejando en su caída, no un tallo seco y mustio, sino una hermosa gemela, heredera de su juventud, de sus brillantes colores, de su pureza y de su jugo.

El antiguo mancebo de D. Mauro Requejo hallábase tan demacrado, tan excesivamente amarillo y mustio, como si hubiera vivido diez años de penas en el transcurso de algunos días. Sus ojos encendidos conservaban huellas de recientes lágrimas, y su desmadejado cuerpo se movía con pesadez, como si le fatigara su propio peso.

Ese cuadro que miro y que venero, ese cuadro imponente y terrible, esa elocuencia fervorosa, esa poesía adorable, esa pintura inmóvil y solemne, esa íntima voz del alma que hace latir mi pecho, es un entierro, una limosna, una caridad, unas exequias. El pintor llora sobre aquel rostro mústio, sobre aquella carne amoratada, sobre aquel corazon helado.

Ana sentía el día en el melancólico regalo que su mismo lecho, tantas veces aborrecido, le prestaba en aquellas horas de la mañana de primavera; otra vez volvía la vida a moverse en aquel cuerpo mustio, asolado, como campo de batalla; la vida iba avanzando por aquel terreno de su victoria, dudosa de ella todavía.