United States or Georgia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Ella no lo conocía. Y aquello continuaba, aquello se había sufrido en Granada, en Zaragoza, en Granada otra vez y luego en Valladolid. Y ni siquiera la compadecían. Nada de hijos. Don Víctor no era pesado, eso es verdad.

«No le haría gracia que don Víctor los encontrase a tales horas en el parque, dentro del cenador solos y a la luz de las estrellas...». Pero esto que pensó se guardó de decirlo. Salió de la glorieta hablando en voz alta, pero no muy alta, aparentando no temer al ruido, pero temiéndolo.

No ha sido mala broma, je, je.... Probecicos y da lástima verles... sobre todo este señor cura está hecho un eciomo, perdonando la comparanza, es una sopa.... Anda, anda, y cómo se le ha ponío too el melindrán este... y la sotana parece un charco.... Tenía razón Pepe. De Pas y don Víctor se miraban y se encontraban aspecto de náufragos.

Y a este propósito solía decir don Víctor, recordando su magistratura: «La libertad de cada cual se extiende hasta el límite en que empieza la libertad de los demás; por tener esto en cuenta, he sido siempre feliz en mi matrimonio». Quiso dormir el poco tiempo de que disponía para ello, pero no pudo. En cuanto se quedaba trasvolado, soñaba que oía los tres ladridos de Frígilis. ¡Cosa extraña!

Pero, ¿de qué se trata? ¡por las once mil!... Señor Quintanar, usted es buen cristiano, yo sacerdote; si usted tiene algo que... decir... algún consejo que buscar.... Yo también vengo a hablarle a usted de lo que como sacerdote, pero la conciencia de quien me lo comunicó exige precisamente que yo este paso.... Don Víctor se puso en pie de un salto.

Ana, después de leer estas y otras páginas, escribió sus impresiones de aquellos días. Don Víctor vino a interrumpirla para anunciarle que ya había instalado su tienda de campaña a la orilla del río, en el paraje más ameno y fresco, junto a una mancha de sombra en el agua, donde infaliblemente habría truchas. Desde aquella tarde pescaron. Pescaron poco, pero muy alabado.

Mire usted decía si yo tuviera aquí una bomba Orsini... se la arrojaba sin inconveniente al señor Magistral cuando pase triunfante por ahí debajo. ¡Secuestrador! Calma, don Víctor, calma; esto es el principio del fin. Estoy seguro de que Ana está muerta de vergüenza a estas horas.

Claro, de un lado la pone así la proximidad de Álvaro. ¿Y del otro? Del otro la ponen así... las majaderías de su esposo que me está dando jaqueca. En efecto, estaba inaguantable don Víctor con sus versos, por buenos que fueran. Álvaro, en cuanto vio a la Regenta en el salón, sintió lo que él llamaba la corazonada.

Don Víctor se tranquilizó. «Estaba acostumbrado al ataque de su querida esposa; padecía la infeliz, pero no era nada». No pienses en ello, que ya sabes que es lo mejor. , tienes razón; acércate, háblame, siéntate aquí. Don Víctor se sentó sobre la cama y depositó un beso paternal en la frente de su señora esposa. Ella le apretó la cabeza contra su pecho y derramó algunas lágrimas.

Pero luchar con un hombre hermoso, que acecha, que se aparece como un conjuro a su pensamiento; que llama desde la sombra; que tiene como una aureola, un perfume de amor... esto era algo, esto era digno de ella. Lucharía». Don Víctor volvió del teatro y se dirigió al gabinete de su mujer.