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Bajaron la escalerilla de la muralla, y entrando en la calle de Pedro Conde se acercaron á la taberna de Crisanto, y Soledad suplicó á su amigo que se quedara fuera y se ocultase mientras ella entraba á preguntar. Penetró, en efecto, y la informaron de que Velázquez había estado allí hacía poco rato, en compañía de algunos amigos y amigas. Hemos llegado tarde dijo, cuando salió.

Aquí de mi inglés, me dije, y comencé: Señorita, según lo que he oído al caballero que acaba de bajar, y creo que es su padre de usted, usted tiene el billete de una de las dos camas de esta división. Ahora bien, como yo tengo el de la de abajo, que por muchos motivos es la más cómoda, suplico a usted quiera permitirme que le proponga un cambio.

»Los holandeses vienen a ser los chinos de Europa y los castores de la humanidad. »Recibí en Amberes su carta, cuya lectura fue muy grata para mi, querida Antoñita. Sus consuelos son muy tiernos y mi herida muy profunda. Mas no importa: siga usted escribiéndome y hábleme de su persona. Le suplico que así lo haga. Hace usted mal en creer que me pueda ser indiferente aquello que le concierne.

Fuí confiado á los cuidados de un criado, que me suplicó esperara en la pieza contigua á aquélla de que salía, mientras tomaba órdenes del señor Laroque.

Por momentos sentí cerrárseme los ojos y que la cabeza se me ponía pesada, pero me fue imposible dormir. Continuaba sin cesar zumbándome en los oídos aquel «cállate, te lo suplico», tan melancólico y tan dulce. Tampoco dormía el infeliz. Lloraba.

Una mujer... mi posición respecto a vos. ¿Me exigís, me arrancáis esa confesión? Os lo suplico, Marta. Pues bien, dijo el aya con voz casi ininteligible. Mathys abrió los brazos y lanzó un grito; pero la viuda se alzó de un salto de su silla, y con una mirada, que la indignación y el miedo hacían irresistible, exclamó: Señor, señor, no ofendáis mi dignidad de mujer.

Por tanto, pido y suplico á vuestra señoría no sea admitido ni recibido al dicho oficio de secutor, y que vuestra señoría mande dar y por ninguno el dicho nombramiento, é no haber lugar de se hacer el nombramiento é en todo haga se provea lo que más convenga á su servicio, por lo cual etc. etc.

Entonces se creyó que era mareo y le mandaron meter los dedos en la boca; pero el fiscal municipal, harto bien al corriente de la tragedia que en aquel momento se representaba en su estómago, no quiso hacerlo y suplicó humildemente que si era posible diesen la vuelta y lo dejasen en tierra.

-Yo lo creo así -respondió la duquesa-. Y por ahora, váyase Sancho a reposar, que después hablaremos más largo y daremos orden como vaya presto a encajarse, como él dice, aquel gobierno. De nuevo le besó las manos Sancho a la duquesa, y le suplicó le hiciese merced de que se tuviese buena cuenta con su rucio, porque era la lumbre de sus ojos. ¿Qué rucio es éste? -preguntó la duquesa.

Detúvose el rey esperando una respuesta, pero la duquesa no contestó. ¿Pero no se os ocurre nada que decirme, doña Juana? dijo el rey, en el cual se iba haciendo cada vez más visible la impaciencia ; estáis como asustada... En efecto, señor, vuestra majestad acaba de decirlo: estoy asustada, y suplico á vuestra majestad que... señor... perdonadme, pero no se me ocurre nada...