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Yo escribí esto; mira a quién lo das a leer: no te fíes de ningún moro, porque son todos marfuces. Desto tengo mucha pena: que quisiera que no te descubrieras a nadie, porque si mi padre lo sabe, me echará luego en un pozo, y me cubrirá de piedras. En la caña pondré un hilo: ata allí la respuesta; y si no tienes quien te escriba arábigo, dímelo por señas, que Lela Marién hará que te entienda.

Bonifacio miraba a su mujer con los ojos fijos, combatido por dos opuestas corrientes: un instinto ciego le decía: ¡Guarda, Pablo! ¡No te fíes, no cantes, hay trampa! Otra tendencia poderosa le hacía ver el cielo abierto y le empujaba el enternecimiento. ¿Si su mujer sería capaz de comprenderle, de comprender su amor al arte y a los artistas?

Para que yo haga contigo lo que puedo hacer, se necesita que te fíes de por completo, que me rindas todas las potencias de tu alma, que seas entre mis manos, mientras duren mis operaciones mágicas, como masa inerte, sin voluntad, sin entendimiento y sin sentido. No bastaría que yo por fuerza o por astucia te despojase de todo.

Si tratares con gente honrada guárdate del naipe, que desde la estampa fue concebido en pecado, y que con traer atravesado el papel, dice lo que viene. No te fíes de naipe limpio, que al que da vista y retén, lo más jabonado es sucio.

Estaba tan preocupado con la lectura poética, que, por un momento, la figura de mi novia aparecía en segundo término dentro de mi espíritu. La encontré más grave y preocupada. Cuando le hablé de la escena de la noche anterior, mostrándome muy contento por su resultado, me dijo: No te fíes... ¿Sabes algo?...

Vuelvo á repetirle á usted que si los liberales de copete descubren estas socaliñas, no me dejarán un hueso en su lugar. Mucha cautela, ten mucha cautela: nada de papeles escritos, no me dirijas cartas, no fíes al papel ni una idea sobre este punto, le dijo Elías con severidad.

¡Toma de mis alhajas el tesoro Leila le interrumpió; gente esforzada á sueldo toma, derramando el oro; haz que brille en la lid el nombre moro, corre la tierra infiel en algarada! ¡Tus joyas no, porque en el logro fies exclamó Ataide de mi noble empresa, me bastan de la sierra los monfíes, feroces cual los fuertes jabalíes que se abren paso entre la jara espesa!

Pero no te fíes; puedes marcharte con una tajada y dejar el pez en el agua. Como yo vea el momento de tirar... Mucho tiempo llevas pensándolo. ¿Quién te lo ha dicho? Estos. Y puso los dedos sobre los ojos. Y lo de ella, ¿cómo lo sabes? ¡Curiosón! ¡el que no está enamorado!... ¿Enamorado? ni por pienso... pero es natural que quiera saber cómo está ella... para echar mis cuentas.

No te fíes, hombre, en dar la baraja, que te la trocarán al despabilar de una vela. Guarda el naipe de tocamientos, raspados o bruñidos, cosa con que se conocen los azares. Y por si fueres pícaro, lector, advierte que en cocinas y caballerizas pican con un alfiler u doblan los azares, para conocerlos por lo hendido.

Junto a mi molino y quince leguas en redondo, cuando se habla de un hombre rencoroso y vengativo, suele decirse: «¡No te fíes de ese hombre, porque es como la mula del Papa, que te guarda la coz siete añosDurante mucho tiempo he estado investigando el origen de este proverbio, qué quería decir aquello de la mula pontificia y esa coz guardada siete años.