United States or Gambia ? Vote for the TOP Country of the Week !


Desde el anochecer estaban en el café de la Carrera de San Jerónimo el Doctrino, Pinilla, Aldama y otros dos individuos de los que más trato tenían con el bolsillo del intendente revolucionario Elías Orejón. No hay otro medio mejor que el que Coletilla nos ha propuesto decía el Doctrino. Indudablemente ese zorro tiene talento.

Y sobre todo, con decirle á usted que para conseguir que Andresillo Corcho saliera por esas calles gritando, como usted vió muy bien el domingo, tuve que pagarle todas sus deudas, que eran ocho meses al casero, y qué yo cuántos piquillos sueltos á los amigos... Y luego no gana uno para sustos, don Elías.

Las tres dirigieron á un tiempo los más impertinentes rayos de sus miradas sobre el semblante de la infeliz muchacha, que estaba con los ojos bajos, el alma oprimida y sin poder pronunciar una palabra. ¿Es ésta la niña que usted nos ha encargado, señor don Elías? dijo María de la Paz Jesús. señora, ya que son usías tan buenas que quieren admitirla aquí.

Elías entre tanto no hubiera creído que aquel concilio ecuménico era decoroso, sin hacer un pomposo elogio de las virtudes de los tres venerandos restos de la ilustre familia de los Porreños. En verdad, señoras dijo, que no cómo agradecer tantas bondades.

La idea de que Elías era amigo del Rey, unió en la mente del pueblo la persona del fanático y aquella palabra: los nombres que el pueblo graba en la frente de un individuo con su sello de fuego, no se borran nunca. Así es que Elías se llamaba así, para todo el mundo. Sus pocos amigos únicamente se cuidaban bien de nombrarle así.

¡Bendita la nación! dijo Elías con una mirada igual á la del demonio cuando tentó á Jesús; bendita la nación que tiene un pueblo tan impresionable y dócil, porque si bien puede extraviarse, puede también servir de instrumento para volver al buen camino, y luego con un sistema de represión el pueblo no volverá á ser impresionado por nadie.

Cuando Fernando se encontró solo abrió una mampara, y Elías, que estaba oculto, se presentó. La imagen del consejero áulico daba pavor. Estaba lívido; le temblaban los labios, secos por el calor de un aliento que sacaba del pecho el fuego de todos sus rencores.

Gran cariño les inspiraba Clarita; pero al tenerla á su lado la condenaban á ser pobre como ellas para toda la vida. Consideraban á don Elías como persona de posición y carácter, y no dudaron, por lo tanto, en dejarle la niña. Permaneció, sin embargo, en Sahagún hasta 1812, época en que el realista dejó las armas y se retiró á Madrid.

Era ya cosa resuelta; así es que Coletilla, al ocurrir la escena que hemos referido, no quiso retardar ni un momento la determinación, y partió á casa de sus amigas á darles aviso, dejando á Clara entregada al dolor más profundo. Digamos algo de las relaciones que anteriormente había tenido Elías con aquellas tres nobilísimas damas.

Señora, por Dios, no me eche usted así dijo Clara, poniéndose de rodillas y cruzando las manos. A estas horas ... sola ... yo no conozco á nadie ... ¿Qué va á ser de ? ¿A dónde voy? Espere usted, por la Virgen Santísima, á que venga don Elías, que, siendo huérfana, me recogió.... El no me abandonará de este modo ... Estoy segura. Nada, nada. ¿Aun espera usted engañarle otra vez?