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Gran alboroto en la colmena: replico yo a mi adversario con idénticos argumentos: los redactores se reparten en dos bandos, y se entabla una batalla donde menudean los puñetazos y coscorrones; ruedan las sillas, caen las mesas, quiébranse los vidrios de algunos cuadros, y hasta hubo quien apoderándose de las tijeras de recortar sueltos, formó círculo en torno suyo y esparció el terror entre los contendientes.

La madre reunía sus fuerzas para acompañar á su mocetón, con una falsa alegría, hasta el último momento. Otros llegaban sueltos, despegados de sus compañeros, pero no por esto iban solos.

Miraba al través de los cristales el cielo lluvioso y triste, la plaza mojada, los copos sueltos de nieve, la muchedumbre que transcurría a paso acelerado bajo los paraguas chorreantes.

Continuó Watson la marcha hacia su casa; pero á los pocos pasos hizo alto para responder al saludo de un hombre todavía joven, vestido con traje de ciudad, y que tenía el aspecto especial de los oficinistas. Llevaba anteojos redondos de concha, y sostenía bajo un brazo muchos cuadernos y papeles sueltos.

Mi madre tenía un hermano, y si aquélla era buena, éste era malo y muy cruel por añadidura. No puedo recordar a sin espanto, y por algunos incidentes sueltos que conservo en la memoria, colijo que aquel hombre debió de haber cometido un crimen en la época a que me refiero.

Apenas tuve tiempo de entrever las fisonomías animadas de las bailarinas; los cabellos sueltos, los anchos sombreros flotando sobre sus espaldas: mi brusca aparición fué saludada por un grito general, seguido súbitamente de un silencio profundo; la danza cesó, y toda la banda, formada en batalla, esperó gravemente la pasada del extranjero, que se detuvo algo confundido.

Una mujer, una mujer sola, débil, desconocida, pobre, descalza, con un cordon á la cintura, con los cabellos sueltos por la espalda, con los ojos inflamados, con la mano derecha suspendida, mostrando una medalla de cobre, recorria las calles de Paris, apostrofando á unos, consolando á otros, exhortando y animando á todos. ¡No temais, no temais! El cielo vela por la ciudad.

Sus personajes hablan en redondillas, octavas, tercetos, yambos sueltos, canciones italianas, quintillas y versos octosílabos, aunque de los últimos usa principalmente en las narraciones y en las piezas, cuyo argumento se asemeja más á los antiguos romances populares.

Bajo dos aspectos principales puede y debe considerarse a Pereda: como autor de artículos o cuadros sueltos de costumbres, y como novelista. La segunda manera es una evolución natural de la primera, o más bien no es otra cosa que la primera ampliada.

Sus movimientos eran sueltos y graciosos, su sensibilidad tan afinada, que la menor agitación les hacía dar saltos enormes. Ulises pensó en la esclavitud que había impuesto la Naturaleza á estos animales dándoles su hermosa envoltura defensiva. Nacían acorazados, y el crecimiento les obligaba repetidas veces á cambiar de armadura.