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No quiso esperar más tiempo; salió y dirigióse á la inquisición de la calle de Belén. Las ocho serían cuando entró en casa de las nobilísimas damas. Paz y Salomé no estaban allí, porque habían salido á buscar casa.

Véase á las veces que afligida una persona de alguna enfermedad peligrosa, se queja tan lastimosamente, que al cielo llegan sus voces, pero sin conocer la causa i origen de su mal; así todo el mundo se queja de estos padres, quién perseguido de ellos, y quién por ser correspondido con poca fidelidad; y el mal todavia continúa sin poderse penetrar y conocer la raiz de él, que es el deseo é intento que tienen de engrandecerse; por cuyo respecto no lo tienen de disgustar mas á este que á aquel, de engañar los principes, de oprimir los pobres, de sacar con su artificio las haciendas de las viudas, arruinando familias nobilisimas, i ordinariamente ser causa de sospechas i disgustos entre principes cristianos, por quererse ingerir y meter en los mas grandes negocios que tratan: ahora como seria inconveniente que la parte últimamente formada en el principio de la naturaleza atrajese y quitase la sangre mas pura que las partes vitales del compuesto, para que sirviese de instrumento á las otras menos principales, pues con esto quedaría acabada; de la misma manera desdecia que la religion de estos padres puesta en la Iglesia para convencer herejías y reducir pecadores á penitencia, atraiga y lleve á los negocios mas graves é importantes de príncipes y prelados, sacando los espíritus vitales de sus intereses, aplicándolos todos á si, porque de aquí nace el turbarse la paz pública y privada, y se oprimen muchos sugetos dignos de ser elevados, se elevan otros dignos de ser oprimidos con otros mil inconvenientes que de esta causa nacen.

De estas palabras, algunas eran nobilísimas, y llevaban en sus escudos delicadas empresas, por donde se venía en conocimiento de su abolengo latino o árabe; otras, sin alcurnia antigua de que vanagloriarse, eran nuevecillas, plebeyas o de poco más o menos. Las nobles las trataban con desprecio. Algunas había también en calidad de emigradas de Francia, esperando el tiempo de adquirir nacionalidad.

Merchán y la multitud de crímenes que atribuye á los españoles peninsulares para justificar y aun glorificar á los rebeldes de Cuba y para calificar de indispensables, de nobilísimas y de santas sus fechorías. Hablaré primero de las acusaciones más generales y vagas que lanza contra nosotros el señor Merchán, y pasaré luego á las más concretas.

La Iglesia española no omitió medio alguno en el arreglo y pormenores de estas festividades para ofrecer tan sagrados objetos á los sentidos, y con ese objeto empleó á un tiempo los encantos de la música, de la pintura y de la poesía, artes nobilísimas, y la pompa más deslumbradora en el culto divino.

En contraposición de la alegre Duquesa que usted pinta, hay de seguro no pocas otras que encerradas en sus casas y sin dar nada que decir, son dechado de nobilísimas prendas que emplean en obras de caridad y misericordia.

Al oír Lázaro de boca de las dos esfinges la noticia de la expulsión de su antigua amiga, sintió deseos de coger por el moño á entrambas nobilísimas damas y darles allí el castigo de su crueldad. A pesar de su agravio, y de que no conocía las razones que habían tenido para echarla á la calle, un gran interés por aquella infeliz se despertó en su corazón.

Historia general de la M. N. y M. L. Ciudad de Córdoba y de sus nobilísimas familias, atribuida al Dr. Andrés de Morales. Lib. VI, cap. I. M. S. de la Real Academia de la Historia. Véase su lámina, donde por equivocacion se estampó el nombre de puerta de Sevilla.

Había pasado toda la mañana averiguando dónde vivía Bozmediano, y en las pocas horas que permaneció en la casa de las tres nobilísimas damas, oyó decir que doña Paulita estaba muy mala, y que Clara no estaba buena. Lázaro salió, y ya entrada la noche penetraba en los solitarios barrios de la Flor Baja, donde está la habitación de los Bozmedianos. Entró en el portal y preguntó por don Claudio.

Cierto que nadie pasaba, ni parecía haber pasado hacía mucho tiempo, por aquellas nobilísimas calles: certísimo que altas hierbas crecían entre las losas y guijas del empedrado.....; pero no si la presencia de tanto escudo de armas como adornaba las esquinas, las fachadas, las puertas, los canceles, los balcones y las rejas de templos, colegios y palacios, ó si lo bien conservados que se veían hasta los más menudos detalles arquitectónicos de cada página de piedra, ó si la índole y forma cristianas de aquellos monumentos, les hacían aparecer vivos, subsistentes, militantes como las cerradas ermitas que conservan su campana, como los mudos conventos en cuya portería arde por la noche una luz ante la imagen de María, ó como los desnudos árboles del invierno, cuando se ve que sus ramas se doblan, pero no se quiebran, al impulso de los huracanes.....