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Como otros muchos piadosos puritanos tenía por costumbre ayunar; aunque no como ellos para purificar el cuerpo y hacerlo más digno de la inspiración celestial, sino de una manera rigorosa, hasta que le temblaban las rodillas, y como un acto de penitencia.

Reincorporóse y redújose el renegado con la Iglesia, y, de miembro podrido, volvió limpio y sano con la penitencia y el arrepentimiento. De allí a dos días trató el visorrey con don Antonio qué modo tendrían para que Ana Félix y su padre quedasen en España, pareciéndoles no ser de inconveniente alguno que quedasen en ella hija tan cristiana y padre, al parecer, tan bien intencionado.

El profundo respeto que te tiene, la ciega obediencia con que se somete á tu voluntad, la creencia de que casi todo es pecado, no consentirán que ella confiese nunca ni á misma lo que te digo; pero yo no dudo ya que lo siente. Ahora bien; ¿es merecedora Clarita de esa penitencia? ¿Es digna de ese castigo? ¿Qué derecho tienes para imponérsele?

Soy suegra, que es lo último que se puede ser en este mundo, y tengo esa penitencia y otras muchas que usted no sabe. Me las figuro. No se las puede usted figurar. Pues, querida, a me gustaría muchísimo ver a mis hijos reconciliados. No hay cosa más fea que un matrimonio reñido dijo la bendita de Mariana con su palabra lenta, arrastrada, de mujer linfática.

Se consideraría la más dichosa de las vírgenes del cielo si al cabo de largos años de oración y penitencia, de amarguras y tribulaciones, Jesús le consintiera poner los labios una sola vez en su divino rostro. ¿Oh Jesús mío, será pecado el pedir esto? ¿Podrá merecer jamás esta ruin criatura un gozo tan infinito? Alzó los ojos.

Todos tenían excitado el apetito por el paseo y el baile, y miraban con el rabillo del ojo la puerta por donde entraban las criadas. Señores, tendrán ustedes que perdonar decía doña Manuela con aire de castellana hospitalaria . Estamos en el campo y hay que conformarse con lo que traigan. Aquí no se pueden hacer milagros. En fin, harán ustedes penitencia.

Es verdad que todo sacerdote sentado en el tribunal de la penitencia, investido por Dios mismo de la facultad de sentenciar y de absolver, recibe por gracia lo que a veces por naturaleza no ha recibido: bastante lucidez de espíritu para comprenderlo todo.

Saludónos cortésmente, y en pocas y muy buenas razones nos dijo que no nos maravillásemos de verle andar de aquella suerte, porque así le convenía para cumplir cierta penitencia que por sus muchos pecados le había sido impuesta. Rogámosle que nos dijese quién era, mas nunca lo pudimos acabar con él.

Sin embargo, diseminadas aquí y allá, orando prosternadas frente a los altares con la cabeza cubierta, veíase algunas mujeres; otras se arrimaban a las ventanillas enrejadas de los confesonarios y extendían la mantilla por ambos lados de la cara para depositar con un cuchicheo imperceptible sus pecados en el sagrado tribunal de la penitencia.

Después del pecado no le incumbe el remedio si implica pecado nuevo, sino la penitencia. ¿Has expuesto ya todo el caso? No, padre; tiene otras complicaciones y puntos de vista. Dílos. ¿Qué piensa V. que debe hacer el hombre pecador, cómplice de la mujer, en aquel delito cuya consecuencia es el hurto, la usurpación de que hemos hablado? Lo mismo que he dicho del hijo y de la madre.