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No quiero yo dilucidar aquí, porque los sucesos son harto recientes, si las circunstancias son parecidas o si son muy otras, y si hubo o si debió haber al acabar lastimosamente el Imperio colonial de España que había durado cuatrocientos años, algo de hermoso y digno de una gran tragedia: personajes que equivaliesen a los Rodrigos, Haroldos y Paleólogos que hemos citado.

Su tristeza sin tregua; su oculta vergüenza, con la que de continuo tenía que verse cara á cara, sin poder hallar alivio comunicándola y confiándose á una persona amiga; sus luchas de compasión y de desprecio por su marido y de amor y de odio por el Comendador; su horror del pecado que creía sentir sobre ella y que le pesaba como lepra asquerosa é incurable; su orgullo ofendido; su temor del infierno, al que á veces se creía predestinada, y su preocupación incesante de la suerte de Clara, á quien amaba con fervor y á quien en ocasiones aborrecía, como vivo testimonio de su más grave falta y de su más imperdonable humillación, habían influido lastimosamente sobre todos los órganos de aquella vida corporal.

En su mirada lánguida se veia contínuamente prematuro cansancio: en su frente cubierta de pelo no se adivinaba la inteligencia, pero allí estaba, y esto es lo principal; en sus labios desdeñosamente plegados, una sonrisa fria helaba de pena á sus amigos, que le miraban harto del mundo sin conocerle, incrédulo sin creerlo él mismo, holgazan con terrible trabajo, murmurador sin interés y perdiendo lastimosamente el tiempo con la serenidad del que se las echa á correr con un chiquillo y le dice: «Anda, llévame un cuarto de hora de delantera, que yo te alcanzaré ántes de cinco minutosAdolfo Malats, la memoria más feliz, el juicio más hábil para tropezar en una cosa con el defecto, la imaginacion más ingeniosa del mundo, uno de los hombres que tienen más talento para encerrar un tomo en una frase, para estarse una semana contando cuentos que nadie sabe, era el año de la fundacion del nido un hombre de mucho talento que no habia encontrado todavía el sentido comun.

Para esto sirven lastimosamente las pasiones, sugiriéndonos insidiosamente discursos sofísticos. Cuéstale mucho al hombre parecer malo, ni aun á sus propios ojos; no se atreve, se hace hipócrita. El conocimiento de mismo.

Pero hay efectivamente en el muro occidental una puerta hoy tapiada, al lado del postigo de S. Miguel, que corresponde á una cámara ó estancia árabe, cuajada de primorosa tracería, aunque lastimosamente toda encalada, donde se custodian el archivo de la estinguida capilla de música y los libros de canto para el coro.

La mayor parte de las profesiones demandan un hombre entero, para ser desempeñadas cual conviene; si se olvida esta verdad, las fuerzas intelectuales se consumen lastimosamente sin producir resultado: como en una máquina mal construida se pierde gran parte del impulso por falta de buenos conductos que le dirijan y apliquen.

La humanidad entera se ha ocupado y se está ocupando de la religion; los legisladores la han mirado como el objeto de la mas alta importancia; los sabios la han tomado por materia de sus mas profundas meditaciones; los monumentos, los códigos, los escritos de las épocas que nos han precedido, nos muestran de bulto este hecho, que la experiencia cuida de confirmar; se ha discurrido y disputado inmensamente sobre la religion; las bibliotecas estan atestadas de obras relativas á ella; y hasta en nuestros dias la prensa va dando otras á luz en número muy crecido: cuando pues viene el indiferente y dice: «todo esto no merece la pena de ser examinado; yo juzgo sin oir, estos sabios son todos unos mentecatos, estos legisladores unos necios, la humanidad entera es una miserable ilusa, todos pierden lastimosamente el tiempo en cuestiones que nada importan;» ¿no es digno de que esa humanidad, y esos sabios, y esos legisladores, se levanten contra él, arrojen sobre su frente el borron que él les ha echado, y le digan á su vez: «¿quién eres que así nos insultas, que así desprecias los sentimientos mas íntimos del corazon, y todas las tradiciones de la humanidad? ¿que así declaras frívolo lo que en toda la redondez de la tierra se reputa grave é importante? ¿quién eres ? ¿Has descubierto por ventura el secreto de no morir? miserable monton de polvo, ¿olvidas que bien pronto te dispersará el viento?

De lo contrario, es casi seguro que cuando ya esté muy alta la torre y nos complazcamos y ufanemos en contemplarla, se cuartee por culpa de la base y acabe por hundirse lastimosamente en el ancho foso de tontería que la rodea.

Verdad es que se equivoca lastimosamente, porque su patético repugna por su hinchazón afectada, agradándonos tan sólo sus intermedios cómicos burlescos. Parécenos que es perder el tiempo exponer ahora el argumento de estos coloquios pastoriles. La composición es desigual y confusa en alto grado.

Don Nicasio es otro, expresa lo que siente; nada de la audacia, de la actividad de la mañana, nada de los proyectos tan fáciles de ejecutar; entónces los obstáculos importaban poco, ahora son casi insuperables; los rivales no significaban nada, ahora son invencibles. ¿Qué ha sucedido? ¿Le han dado á D. Nicasio otras noticias? no ha visto á nadie. ¿Ha meditado sobre el negocio? no se habia acordado mas de él. ¿Qué ha sucedido pues, para causar tamaña revolucion en su espíritu, alterando su modo de ver las cosas, y quebrantando tan lastimosamente sus ímpetus juveniles?