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Muchas damas de candil, vestigio envilecido de las que inmortalizó D. Ramón de la Cruz, rodearon a Maricadalso. Una harpía que grita en medio de la calle del Peñón o de otra cualquiera de aquellos barrios, tiene la seguridad de llevar el convencimiento más profundo al ánimo de su auditorio, sobre todo si lo que dice es un disparate de esos que no entran jamás en cabeza discreta.

Con las señas que dió el loco El-Baici, y ayudado de la amabilidad de carácter que me distingue dijo el agradable Abu-el-Casín , logré tomar en los barrios inmediatos a la Alcazaba noticias ciertas del loco recomendado.

Tiui linda con los pueblos de Bují, Sagnai y Malinao, teniendo al Este el mar Pacífico. Forman su jurisdicción 4 barrios é igual número de rancherías de monteses llamadas Capantagan, Entilan, Borabod y Labnig. La población de Tiui y sus barrios la forman un total de almas de 8.421, de estas son tributantes 4.190, repartidas en 44 cabecerías.

Los sábados, generalmente, salían á la calle los campanilleros por los barrios de la Feria, de la Macarena, de san Bernardo ó de Triana, teniendo siempre no pocos curiosos que le rodeaban cuando se detenían á echar sus tonadas ante la puerta de alguna casa, de cuyos inquilinos recogían buenas limosnas para el culto del rosario.

Antes de pasar más adelante, debe saber el lector que, desde tiempo inmemorial, existe entre los mareantes de la calle Alta y los de la del Mar, barrios diametralmente opuestos de Santander, una antipatía inextinguible. Cada barrio forma cabildo aparte, y no han querido para los dos un mismo patrono.

Era la Virgen de los barrios en que había nacido, y además su pobre padre no dejaba ningún año de ir en la procesión vestido de «armado». Era un honor que le correspondía a la familia, y a no ser él quien era, se calaría el casco y empuñaría la lanza, yendo de legionario romano, como habían ido muchos Gallardos que estaban pudriendo tierra.

Con ser este «paso» tan abundante en figuras y prolijo en adornos, avanzaba sin llamar la atención, como humillado por la vecindad del que venía detrás: la reina de los barrios populares, la milagrosa Virgen de la Esperanza, la Macarena.

Recorriendo rápidamente los barrios de la ciudad pude penetrar en varias iglesias y recorrer sus cementerios adyacentes. Allí toda poesía falta: aquel no es el reino de los sentidos, sino el de la razon.

Para espiar a los frailes que andaban en malos pasos por los barrios de Abajo el Puente, hizo Amat construir el balcón de palacio que da a la plazuela de los Desamparados, y se pasaba muchas horas escondido tras de las celosías.

Los primeros días extrañaba la casa, teniéndola por peor que la otra; mas pronto hubo de reconocer que era mucho mejor, más espaciosa y bella, y en cuanto a los barrios, lo que la señora había perdido en tranquilidad ganábalo en animación.