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Eso de la revelación lo dice para engañar a la gente... Sin duda se lo figura, se lo teme, o me lo ha conocido no en qué... ¿Lo habré dicho yo en sueños?... Aunque no; podrá haberlo adivinado por su propia locura. ¿No dicen que las grandes verdades las saben los niños y los locos...? ¡Ay, qué miedo me ha entrado! Dios mío, líbrame de esta tribulación.

No hay maldad en las cosas tuyas y en ella . Tampoco en Adriana. Una engaña como la pueden engañar a una. Las palabras de amor se aceptan sin calcular, sin exigir demasiado ni reclamar apasionamientos, y sin saber, muchas veces, si a una la quieren o si una quiere. Hay un claroscuro del sentimiento que no conoces, y donde pueden ocultarse el júbilo y las lágrimas.

Rompió su caminata Salvador y se dejó caer, fatigado, en una silla, para responder: Ya acudí a don Rodrigo y estuvo en Rucanto; pero Carmen no quiso decir la verdad; ciega en la manía de sufrir, disimuló el martirio que padece en términos de engañar a su tutor; él es algo indiferente, no le gusta mucho molestarse, y se alegró de poder volverse a casa muy tranquilo, sin más diligencias.... ¡Todo el mal está en que Carmen no me quiere!

O mucho me engaño, o esto salió de la cabeza de un novelista que se alimenta con judías. El pobre Ido es incapaz... De engañar a sabiendas, eso . Pero no te quepa duda. La primitiva idea de que ese niño es mi hijo debió ser suya.

Tengo idea de que tiene el cerebro un poco débil, si no, ¿por qué se dejaría engañar por ese pícaro de Dunsey, a quien nadie ha visto últimamente, y por qué lo dejó matar a ese lindo caballo de caza de que todos hacían elogios? Y durante un tiempo siempre andaba buscando a la señorita Nancy y después todo se desvaneció, por decir así, como el olor de la sopa cuando se enfría.

Y siempre la misma pregunta indiscretísima retozó en mis labios, la misma curiosidad oprimió mi corazón. ¡Pero eso que estás diciendo es horrible! profirió Clara con ímpetu. ¡Horrible! repitieron a un tiempo Elena y Visita. Son curiosidades malsanas que nos acuden cuando no tenemos otra cosa más seria en que pensar. Pero Reynoso no se dejó engañar por la rectificación.

Te digo que no voy a dejarme engañar más gritó furioso. He manifestado que quiero el dinero, porque de otro modo, voy a hacer público todo. ¿Entonces adonde vas a ir a parar, eh? Y se rió de una manera dura y triunfante, mientras ella retrocedía pálida, aterrada y sin aliento.

¡Descalzas! ¿y mi mujer va a ir descalza? ¡Ira de Dios! ¡eso que no!... ¡Pardiez! Gran trabajo costó contener la indignación colérica de don Víctor. El cual, más calmado, se volvió a casa, y entre tener otra explicación con su señora o encerrarse en un significativo silencio, prefirió encerrarse en el silencio... y en el despacho. «A mismo no se podía engañar.

Es preciso que esa gente aparezca á los ojos del pueblo como urdiendo un plan de golpe de Estado contra la Constitución. El pueblo es fácil de engañar. El pueblo creerá eso y todo lo que sea preciso. Vamos, ¿y qué ha hecho usted esta mañana? preguntó Coletilla. ¿Ha hablado usted á los de Lorencini? Estamos de acuerdo. Y los Comuneros ¿se deciden á marchar con ustedes?

¡Casarse mi hija! exclamó con miedo y casi con cólera. ¡Qué delirio! Haga usted el favor de no hablar de amores y de casamientos á una niña, que no debe pensar en otra cosa que en vestir y desnudar muñecas. ¡Casarse! ¿Cómo quiere usted que se case esta mocosa? No, señor; yo no quiero engañar á ningun hombre. Mi hija no se casará un dia antes de los treinta años.