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El agua, ya sin destino, de las antiguas fuentes, suena debajo de los escombros, como enterrado vivo que se queja en demanda de socorro, ó como recordando y llamando á los antiguos frailes para que reedifiquen aquel edificio monumental.

Con voz doliente murmuró una queja interminable contra el mar. Desde su entrada en el buque, la salud parecía haber huido de su cuerpo. Otros cantaban a todas horas, como si el aire salino y la inmensidad azul les diesen nuevas fuerzas, excitando su apetito.

Estos soldados mercenarios de la inteligencia lo tachaban por eso de hipócrita, lo que aumentaba la palidez de Juan Jerez, sin arrancar de sus labios una queja.

Esta desestimación y poco caso que los señores jueces privativos de imprentas y librerías tal vez han hecho de mi queja, me han puesto en tal aborrecimiento que no hallo más remedio que ponerme de su parte, haciendo yo también desprecio de mismo.

Sin embargo, y aquí vuelve mi escrúpulo: mi propósito de ser clérigo o fraile, de no aceptar o de aceptar sólo una pequeña parte de los cuantiosos bienes que han de tocarme por herencia y de los cuales puedo disfrutar ya en vida de mi padre, ¿proviene sólo de mi menosprecio de las cosas del mundo, de una verdadera vocación a la vida religiosa, o proviene también de orgullo, de rencor escondido, de queja, de algo que hay en que no perdona lo que mi madre perdonó con generosidad sublime?

Poco numerosos son los agricultores que han sabido resolver ya ese problema, hallando el medio de dominar al arroyo, dirigiéndolo á su gusto. Durante el verano la corriente no es más que un pequeño hilo líquido, y el campesino se queja; en otras épocas, en la primavera y el otoño, según los climas, el arroyo se sale de madre y el campesino se queja también.

¿Por qué entonces me ha negado su apoyo? preguntó la voz del enfermo, llena de amarga queja.

Su pasado de cariño modesto y sumiso, de fidelidad discreta y tolerante, salía por su boca como una queja interminable. Te he seguido desde aquí en tus viajes. A la vuelta conocía tus olvidos, tus infidelidades.

Repare usted bien que pronunció palabras muy categóricas y muy graves le dijo en tono de queja . Grabadas están en mi memoria. «Como Dios es mi padre.... ¿no fue así?... como Dios es mi padre, juro que quiero casarme con el viejo». Así fue afirmó Sola, repitiendo aquel eco de su alma ; con el viejo, con el viejo. Es decir, conmigo. Con usted.

Se da cuenta a la autoridad de cómo ha sido violentada para entrar en el convento y ha tenido que sufrir malos tratamientos de una persona que no puede invocar derecho alguno sobre ella... Como la persona aludida es aquí, el señor, en el momento en que se curso a la queja el juez vendrá a averiguar no sólo lo que ha pasado, sino cuál es el verdadero papel que el señor desempeña en esta casa.