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»¡Ah! ¡La fortuna y el crédito de Carlos, el misterio que le rodeaba, su secreto terrible del que dependía su libertad y su vida, todo estaba explicado, hasta su tristeza y sus remordimientos!... Afligida, aniquilada, y sin sentirme con valor ni aun para pensar ni para llorar siquiera, ignoré cuánto tiempo permanecí en aquel estado.

Corrió allá Fortunata muy afligida, y le vio incorporado en el lecho, afectando tranquilidad y alegría. «No es nada de particular le dijo, haciéndola sentar a su lado . El médico se empeña en que no salga. Pero no estoy mal; casi casi estoy mejor que los días pasados.

Y fue que dijo al barbero que lo que había pensado era que él se vestiría en hábito de doncella andante, y que él procurase ponerse lo mejor que pudiese como escudero, y que así irían adonde don Quijote estaba, fingiendo ser ella una doncella afligida y menesterosa, y le pediría un don, el cual él no podría dejársele de otorgar, como valeroso caballero andante.

Y echó a correr para dentro. «No vale, no vale, eso no vale gritó Isidora con afán . Mi hijo vendrá conmigo». A esto siguieron algunas lágrimas, y tomando entonces Castaño un tono conciliador, manifestó a la afligida madre que estando el niño en la ortopedia mejor que en ninguna parte, le dejase aquí.

La dió un beso más apretado en la frente y se puso a llorar, con sollozos convulsivos que sacudían todo su cuerpo. Entonces, Susana se asustó. ¿Qué tienes, mamá? ¿qué ha pasado? Misia Gregoria no contestaba; su llanto era tan copioso, tan sentido, que no podía hablar. Y Susana, afligida, repetía: Mamá, ¿por qué lloras? dime, ¿por qué?

Gritaba la afligida mujer, como por muda no podía dar voces, daba aullidos y entonces el simple le acuchillaba, diciendo: Vengan y verán cuál pongo al diablo." Creer que Dios permitió semejante infamia, es un grosero insulto a Dios.

Y cuando la madre, afligida por las órdenes furiosas, quería unirse a Margalida para buscar el remedio, la reclamaba otra vez su marido junto al lecho. Debía sostener al señor: lo había puesto de lado para examinar y lavar al mismo tiempo el pecho y la espalda. El pacífico Pep había visto de mozo sucesos más estupendos que aquél, y entendía algo de heridas.

Federico se ve obligado á desterrarse, abandonando á su amada al mismo tiempo que su patria. Doña Flor, afligida por esta separación, lo es más todavía á consecuencia de otro suceso.

Porque hubiera sido un desaire cruel para esta pobre familia, que está profundamente afligida. ¡Se han portado conmigo tan cariñosamente! Si es así, has hecho bien... Pero debiste darme aviso... Eso no te lo perdono. ¿Para qué? Cuanto más tarde recibiese usted el disgusto, mejor. ¡No; eso no!

Al llegar al cuarto de la Rumalda, planchadora, viuda, con su madre enferma en un camastro y tres niños menores que andaban en el patio enseñando las carnes por los agujeros de la ropa, Torquemada soltó el gruñido de ordenanza, y la pobre mujer, con afligida y trémula voz, cual si tuviera que confesar ante el juez un negro delito, soltó la frase de reglamento: «D. Francisco, por hoy no se puede.