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Actualizado: 25 de junio de 2025


La animosa mujer fue a sentarse junto a su hijo, muy afligida. Todo el mundo estaba conmovido.

Mi distinguida y muy respetable amiga: Escribo a usted afligida por el resultado adverso de las gestiones a que me comprometí cuando tuvo usted la benevolencia de honrarme con su visita.

Era una la adorable, enferma de ilusión, a quien bajo un ramaje de dicha, inolvidable, una tarde yo diera todo mi corazón. Era otra la afligida musa de mi querer, que en las horas sombrías e inciertas de la vida consolaba mi espíritu con su alma de mujer. La tercera era aquella que me enseñó a sufrir, aquella madre mía, pura como una estrella, conturbada pensando siempre en mi porvenir.

Contrariada y afligida Juana, tenía que confesar que D. Jacinto no había parecido por aquella casa; no había enviado, al menos a un criado, a informarse de cómo estaba la enferma. Por último, La Caramba supo una novedad imprevista.

Allí se ven largas trenzas de cabello, que la hija amante ofreció, como su más precioso tesoro, el día en que su madre fue arrancada a las garras de la muerte; niños de plata colgados de cintas color de rosa, que una madre afligida, al ver a su hijo mortalmente herido, consagró por obtener su alivio al Señor del Socorro; brazos, ojos, piernas de plata o de cera, según las facultades del votante; cuadros de naufragios o de otros grandes peligros, en medio de los cuales los fieles tuvieron la sencillez de creer que sus plegarias podrían ser oídas y otorgadas por la misericordia divina; pues por lo visto las gentes de alta razón, los ilustrados, los que dicen ser los más y se tienen por los mejores no creen que la oración es un lazo entre Dios y el hombre.

Tablas puso cara afligida. Deseaba excitar en favor suyo la compasión de la multitud y pasar por una víctima de las malas artes de cierta gente. Pero en su rudeza no acertaba a ingerir la idea política en aquella serie de locos desatinos.

Sollozos más hondos y desgarradores fueron la respuesta. El Padre Arrigoitia estrechó cariñosamente las manos de la afligida. ¿Me promete usted...? murmuró con ardiente súplica, con la autoridad toda de su voz, acostumbrada a mandar en los espíritus. , respondió Lucía.... Me iré mañana... pero déjeme ahora desahogar..., me muero. Llore usted contestó el jesuita . Ensanche ese corazón.

Dicen que tengo que salvar... ¡Ay, qué gusto! Y mi hija está mejor en la tierra con la señorita que conmigo en el Cielo... Y nada más». Adoración rompió a llorar entre afligida y espantada. Total, que tuvieron que llevársela, porque aquel espectáculo no podía prolongarse.

577 Llora la pobre afligida, pero el indio, en su rigor, le arrebató con juror al hijo de entre sus brazos, y del primer rebencazo la hizo crujir de dolor. 578 Que aquel salvaje tan cruel azotándola seguía; más y más se enfurecía cuanto mas la castigaba y la infeliz se atajaba los golpes como podía.

serás responsable de lo que ocurra. Y cuando más afligida parecía, la vista de un arroyuelo entre las peñas, de un árbol enorme, o del mar lejano ofreciéndose a través de la columnata de troncos, la hacían incorporarse en su asiento a impulsos del entusiasmo y sonreír, complacida, mientras unas lágrimas retrasadas se desplomaban de sus párpados, enrojeciendo su nariz.

Palabra del Dia

rigoleto

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