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Actualizado: 25 de julio de 2025


Llevóle la afligida señora á un retrete bien aromado, y le obligó con mucha cortesía á sentarse en un muelle sofá, donde estaban las piernas cruzadas uno enfrente de otro. Hablaba la dama con los ojos baxos; de quando en quando se le iban las lágrimas, y quando los levantaba, siempre topaba con las miradas del cuerdo Memnon.

Inesita saltó de la cama llena de sobresalto. Se puso una bata, sin atender a más cuidado, por la precipitación, y corrió al saloncito, donde Beatriz se hallaba. ¿Qué tienes, hermana? ¿Por qué lloras? preguntó Inesita con mucho cariño apenas entró en el saloncito y vió a Beatriz tan afligida.

Quilito, con la cara muy afligida, dijo que los había gastado en muchas cosas, en muchísimas cosas, en libros, por ejemplo... Bien está, le prestaría los dos pesos, pero con la condición que no había de tirarlos de mala manera. Y mientras el joven intentaba hacerla dar unas vueltas de vals, en señal de regocijo, ella le espetaba el sermoncito con que solía sazonar sus dádivas.

Está muy afligida, ¿verdad? ¡Pobre criatura loca! Es cosa de llorar de lástima, aunque se tenga el corazón de piedra. Teme que la maltraten, ¿no es cierto? No, no; otra persona pensaría en ello; ¡pero una pobre loca! ¿Creéis que no piensa en ella? Todo lo que grita es: «Marta, Marta», y sólo la preocupa el que vos tengáis que sufrir las consecuencias de su imprudencia.

Juanito temblaba viendo aproximarse la afligida demanda, el «sablazo» maternal, acompañado con lágrimas y conmovedoras lamentaciones sobre lo mucho que cuesta la educación de los hijos. Y la petición fue formulada, por fin, a principios de Semana Santa, una tarde en que Juanito, después de comer de prisa, iba a salir para avistarse con Tónica antes de entrar en la tienda.

Una tarde, después de comer y haber terminado con todos los menesteres de la casa, se encaminó á pie hacia Entralgo. Encontró al ama de gobierno muy afligida y se enteró de que D. Félix había salido ya de Oviedo para Panticosa con la señorita María. La buena de D.ª Robustiana, como los demás vecinos, tampoco concebía grandes esperanzas: pensaba que la señorita estaba herida de muerte.

Mandó luego D. Enrique que nunca más volviera á su presencia la afligida madre, y divulgadas las noticias de estos actos por la ciudad, el pueblo se irritó muchísimo y comenzóse á reunir gente delante del Alcázar en actitud nada pacífica; mas esto, lejos de variar la opinión del rey, le llevó hasta querer salir á desafiar al pueblo, cosa de que le hizo desistir el prudente consejo del conde de Benavente.

Se mostraba, á par que afligida, un poco confusa en presencia de la que ya no podía llamar hija. Esperó con ansia la noche para ver á Nolo, pues no dudaba que éste, no hallándola en la romería, viniese á Canzana. Amargo desengaño experimentó al observar que se llegaba la hora de irse á dormir sin que el mozo de la Braña llamase á su puerta.

Muy afligida Emilia al ver la resolución de Isidora de llevarse a su hijo, no se atrevió a poner resistencia; pero Juan José, hablando con firmeza y tesón, dijo que no entregaría a Joaquinito, porque Isidora, con su mala conducta, perdía los derechos de madre, y que él estaba decidido a llevar la cuestión a los Tribunales, seguro de que el juez le autorizaría para retener al desgraciado niño en su poder.

Si no, lo echas todo a rodar, y no hay vida posible. A ti te asusta el hacer vida común con tu marido porque no le quieres... Ni tanto así; no le quiero, ni es posible que le quiera nunca, nunca, nunca. Corriente. Pues todo se arreglará, hija, todo se arreglará... No te apures ni pongas esa cara tan afligida. Hablaremos despacio.

Palabra del Dia

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