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Actualizado: 17 de mayo de 2025


Sagrario, como decía el otro, sigue continuando; y si me apuras un poco, más hermosa que cuando la viste en Bruselas, a pesar de los años que van corridos; y en cuanto a Gonzalo, hace ya larga fecha que tuvo la buena ocurrencia de morirse. ¡Se murió!... Después de inficionar a Archena y de beberse medio Panticosa. Nada le alcanzó.

No quedó bien curada por haberla quizá descuidado o por no haberse atrevido el médico a aplicarle ciertos remedios un poco crueles. Quedóle un catarro pulmonar que la debilitó bastante. Por consejo del médico fué a Panticosa en compañía de Raimundo, quedando Aurelia en casa de unos parientes. Se repuso un poco, pero fué para recaer pocos días después de llegar a Madrid.

Se encargó de sacarle aquella espina del corazón con otra mayor. Tres días después de la visita á D. César recibió carta de su cuñada Beatriz en que le noticiaba que su hija María había sufrido un vómito de sangre. El médico no le había concedido gran importancia, pero había manifestado que urgía llevarla á Panticosa á tomar sus aguas salutíferas. Esperaban por él para acompañarla.

La sorpresa de D.ª Robustiana fué inmensa al verla entrar por casa. ¡Señorita! exclamó con voz angustiada y plegando sus manos. No; no ha muerto respondió gravemente la señora comprendiendo la tácita pregunta que aquella exclamación significaba. Han llegado felizmente á Panticosa y parece que no está peor. No dijo más.

Recobrose del estómago con la vida activa del campo; pero la tos siguió molestándole bastante. Para hacerla desaparecer, por consejo de los médicos, se fue a tomar las aguas de Panticosa. No consiguió aliviarse notablemente. Volvió en mediano estado a Madrid en el mes de Setiembre. Desde esta época ya no gozó un día de salud; cada día peor, más flaco y más pálido.

Hay en ella un terrible empobrecimiento de la sangre: está con el pulso de un pollo: hay además una sobreexcitación nerviosa que se acentúa periódicamente, y una honda perturbación gástrica.... Si valiese mi parecer, aprovecharían ustedes el otoño para tomar unas aguas.... ¿Panticosa, Panticosa?

Una tarde, después de comer y haber terminado con todos los menesteres de la casa, se encaminó á pie hacia Entralgo. Encontró al ama de gobierno muy afligida y se enteró de que D. Félix había salido ya de Oviedo para Panticosa con la señorita María. La buena de D.ª Robustiana, como los demás vecinos, tampoco concebía grandes esperanzas: pensaba que la señorita estaba herida de muerte.

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