United States or Moldova ? Vote for the TOP Country of the Week !


Una mañana en que había llegado a la comisaría, y me disponía a salir con el tercio en que formaba, para ir a hacer mi monótono servicio de bocacalle, allí frente al almacén de doña Petrona, en la esquina de Luján 25 y Defensa donde puede decirse que no tenía más misión que proteger los intereses de los comerciantes ambulantes contra las travesuras de los estudiantes de medicina y de derecho que, avecindados en aquel barrio, lo constituían casi en una mitad que el oficial escribiente gritaba en medio del patio desmantelado, donde los ebrios recogidos en la noche anterior comenzaban a desperezarse, acostados en los rincones, teniendo por almohada las baldosas: ¡Agente Carrizo!..., ¡vaya al despacho del comisario!

¡Ja, ja! gritaba burlonamente . ¿Conque también me echaréis a ? Está bien, os conozco desde hace tiempo, señora, he tomado mis precauciones a tiempo. Habéis sido lo bastante tonta para darme un escrito de vuestro puño y letra. Este documento es una espada suspendida sobre vuestra cabeza. Me obedeceréis, me obedeceréis os digo... o si no, la miseria, la ruina, la cárcel os espera.

Gritaba él en balde a la nube que se parase. Entonces recordó con tristeza lo que su mujer le había dicho de que, después de haber abierto la caja, no habría ya medio de que volviese él al Palacio del dios de la mar. Pronto ya no pudo Urashima ni gritar, ni correr, hacia la playa, en pos de la nube.

Cuando hubimos salido del cenador, yo otra vez en cuatro pies detrás de ella, oímos de lejos al viejo que gritaba: ¿Es posible? ¿Hanckel, mi amigo Hanckel, está aquí? ¿Por qué no me han despertado entonces, cretinos, idiotas, miserables? ¡Mi amigo Hanckel aquí, y yo roncando! ¡runfla de canallas!...

¡Ay, que me arrugan! gritaba la madre de Raquel y de Judit, sin que el miriñaque la ayudara a subir. ¡Ay, mi vestido, que me lo estropean todo! ¡No veo a Judit! ¡Judit, Judit, Judiiit!

Ahora, hija mía, buen corazón para todos y buena cara donde quiera que nos encontremos con ellos; pero nada más y como si no hubiera habitantes en Villavieja. Si ladran, que ladren; si muerden, que muerdan. ¡Viva la libertad con orden! como se gritaba en cierta ocasión, y a vivir a nuestro regaladísimo gusto, ¡canástoles! que para eso hemos venido aquí.

¡Sancte Raphael!... Ora pro nobis. ¡Omnes sancti Angeli et Archangeli!... Ahora, en vez de ser un santo el invocado, eran muchos, y Dupont erguía su cabeza y gritaba más fuerte, para que todos se enterasen, no cometiendo error en la respuesta. Orate pro nobis. Pero sólo los que rodeaban a don Pablo, podían seguir sus indicaciones.

Como sigas así gritaba el buen comerciante, escandalizado , te pongo en la puerta y... ¡buen viaje! Me has engañado. sirves para cómico, y a no me gustan farsas. Merchorico, por última vez lo digo. El año que viene entras en quinta; o sientas esa cabeza o te abandono, y el demonio que se encargue de tu suerte.

¡Defiéndete, boche! gritaba poniéndose en guardia, como lo había visto hacer en su niñez á los peones de la estancia. Y con una cuchillada de abajo á arriba echaba al aire las majestáticas entrañas.

Está bien, yo me encargo de curarte la enfermedad. Se acordaba de la impresionabilidad extraordinaria, de los terrores nocturnos que avergonzado le había confesado Luis en momentos de expansión. Principió a darle sustos terribles. Tan pronto se escondía detrás de una puerta y le gritaba fuertemente al pasar, como la cogía descuidadamente y la apretaba el cuello.