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Con que calle usted, y procure no hacer ruido con esos taconazos.... Vamos, ya puede usted retirarse.... Señoras, buenas noches. Aun no había dado un paso, cuando Clara apareció muy alterada, diciendo: Señoras, vengan ustedes, que se quiere salir de la cama ... No la puedo sujetar. En cuanto sintió esta conversación, se levantó muy á prisa, diciendo que venía acá. ¡Ah!

Á mi me gusta, me gusta entrarme por las tabernas. ¡Vengan cañas de Sanlúcar! Mas apenas había salido de sus labios la última palabra de la copla cuando oyó un grito extraño que llegaba del fondo de la tierra por un respiradero que la empresa de las minas había abierto en el prado. Por cierto que el tal boquete le había valido á su abuela más de trescientos reales.

6 Y cualquiera que hace tropezar a alguno de estos pequeños que creen en , mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le anegase en lo profundo del mar. 7 ¡Ay del mundo por los escándalos! Porque necesario es que vengan escándalos; mas ¡ay de aquel hombre por el cual viene el escándalo!

Inés y Asunción no parecen, D. Paco tampoco. Cuanto más tarde vengan mejor. Otra cosa..., ¿por qué no ha seguido usted yendo a casa por las noches? Nosotras nos hemos reído de usted. ¿De ? pregunté con turbación. , porque se la echaba usted de devoto para agradar a mamá. ¡Qué bien hacía usted su papel! Lo mismo, lo mismito hacemos nosotras.

Es evidente que la naturaleza formó el pueblo de San José, tan limpio él y su entrada, que cualquier escuadra sin práctico alguno, puede entrar y fondearse dentro con toda seguridad; y en todo esto está la facilidad y franqueza con que la naturaleza tiene proporcionada la entrada de la barra de este rio: porque ¿qué dificultad puede haber en que venga una escuadra enemiga al puerto de San José, y con ella un número suficiente de embarcaciones del porte de las con que navegamos este rio, y desde dicho puerto, vengan estas con los transportes y pertrechos necesarios, y entren por la barra como nosotros diariamente lo estarnas haciendo?

Fernanda besó a su padre y entró en el coche. El pobre anciano, al recibir aquel beso en la mejilla, pensó que una corriente de aire frío entraba por ella paralizando sus miembros y helándole el corazón. El látigo chasquea. «Adiós, Fernanda; abrígate, Fernanda. Adiós, Santos. Que vengan ustedes prontoYa están en camino. Antes de una hora llegan a Meres, esperan la diligencia y suben en ella.

«Vamos a ver prosiguió el otro constituyéndose en tribunal . Vengan ustedes aquí y digan imparcialmente, con toda rectitud y libertad de juicio, si este chico se parece a ». Silencio. Lo rompió Benigna para decir: «Verdaderamente... yo... nunca encontré tal parecido». ¿Y ? preguntó Juan a Ramón. Yo... pues digo lo mismo que Benigna. Jacinta no sabía disimular su turbación.

Bueno, bueno. Y también entiendo de limpiar metales, de componer algo de carpintería; hasta de cocina entiendo un poco... Ea, señora dijo restregándose las manos una con otra con tanta fuerza que a poco más saca lumbre , empecemos. Disponga usted la compra de mañana. Un duro. Es un despilfarro. Vengan catorce reales. Yo me entiendo; basta de mimos. Comerá usted lo que haya. Hay que traer carbón.

, Amaury, siéntate en esa silla, a mi derecha, y , Antoñita, ocupa esa butaca a este otro lado. ¡Ajajá! Ahora, vengan las manos. ¿No es verdad que estamos muy bien así, con un tiempo tan hermoso, bajo un cielo tan puro, y a dos pasos de la tumba de nuestra inolvidable Magdalena?

En tal caso, hubiéramos sido bien recibidos. ¡Cuánto han debido sufrir esos desgraciados durante diez años de violencia y de rapiña!... ¡Ahora se vengan..., y es de justicia! ¡Que la maldición de Dios caiga sobre los miserables que separan a los pueblos para oprimirlos!