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Esta noche vendrá Jorge Bessieres, el gran republicano francés dijo Juan Pinilla, comunero y republicano. Era Pinilla un hombre de gran talla, casi tan corpulento como el barbero Calleja, pero de más claridad en la mollera.

Comparadas estas pruebas entre , ponen en claro que el señor de la Pinilla fué á la casa de Pérez, guardada por suizos; pidió á los mismos guardas entrada, é iba desarmado, pues los pistoletes en la posada se encontraron, no en la persona. Perspicaz sería el juez que con tales indicios descubrió intento de asesinato y prevenciones de huída.

Alfonso y Cabanillas se fueron á la calle, llevados por los grandes grupos en que se descompuso aquella masa de gente. Agitada fué aquella noche en todo Madrid, y es positivo que la autoridad, ordinariamente bastante descuidada y débil, tomó algunas precauciones. En la Fontana quedaban á la madrugada el Doctrino, Pinilla, Lobo, Lázaro y otros.

Pinilla había recibido previamente 600 ducados de oro ; hizo en París los preparativos para escapar después del golpe; pero fué detenido con uno de los cómplices, logrando el fraile ponerse en salvo. En casa de Pinilla se encontraron dos pistoletes cargados con dos balas cada uno: todo lo confesó en el tormento, de modo que, meses después, fué ejecutado en la plaza de la Greve .

Desde el anochecer estaban en el café de la Carrera de San Jerónimo el Doctrino, Pinilla, Aldama y otros dos individuos de los que más trato tenían con el bolsillo del intendente revolucionario Elías Orejón. No hay otro medio mejor que el que Coletilla nos ha propuesto decía el Doctrino. Indudablemente ese zorro tiene talento.

Otro papel, escrito por el Secretario de Antonio Pérez , refiriendo la ejecución de Pinilla, consigna que hasta el momento del suplicio no confesó otra cosa sino que había venido á tratar con su amo; lo mismo que viene á declarar L'Etoile en el Journal de Henri IV, esto es, que murió convicto.

La dispersión creció hasta el punto de que sólo quedaron en la plazuela Lobo, Perico Ganzúa, Pinilla y el cadáver del Doctrino, que, herido mortalmente en el cráneo al entrar en el portal, había podido retroceder hasta la plaza, donde cayó. Quince ó veinte le rodeaban, dudando si escapar con los demás ó defenderse.

No tiene papeles, pero un bolsillo. A ver, venga dijo Lobo. Pinilla se lo guardó en su cinto; todos corrieron, y la plaza quedó desierta hasta que la ocupó la tropa. #Fernando el Deseado.# No hemos examinado aquella agitada sociedad más que en una sola faz.

Uno dice que en el momento de llegar Pérez de Inglaterra á Dieppe, recibió cartas que le dirigía desde París el señor de la Pinilla . El contenido de las cartas no se expresa, y, sin embargo, tan vaga especie basta á la persuasión de que D. Rodrigo no vino de España á París á objeto expreso de encontrar á Antonio Pérez, pues que le precedió; al paso que demuestra no tener propósito de recatarse, antes de anticipar el deseo, acaso también la razón, de una entrevista.

Ellos también parece que ven venir la lucha y se preparan para la defensa. Hoy lo dijo Toreno en las Cortes observó Pinilla. Pero les va á ser difícil escapar. El pueblo está irritado contra ellos; el pueblo quiere libertad, y ha de atropellar á los que intentan no permitirle llegar hasta el fin. La gran dificultad consiste en no poderles coger reunidos en un solo punto.