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Actualizado: 9 de junio de 2025
Abogado sin pleitos, más por la violencia é informalidad de su carácter, que por falta de talento; era gran terrorista, y su mayor afán era desempeñar el papel de acusador el día en que la Junta de salud pública decretara el exterminio de una gran porción de ciudadanos, empezando por el Rey. Fernando estaba ya sentenciado en los papeles de Pinilla, con otros menos dignos que él de la guillotina.
¿Esta noche? ¡Quia! ¿Cómo ha de venir esta noche? ¿Pues qué hay esta noche? Lo gordo dijo Pinilla con misterio. Pero, ¡bah!, usted lo sabe mejor que yo. Si es su sobrino.... No, no sé nada dijo Lázaro sorprendido. ¿Pero no le han designado á usted su puesto? ¿No le han dicho lo que ha de hacer? ¿No trabaja usted como todos en esta gran obra? ¿Qué obra? Esta noche, amigo, esta noche es ella.
Pero es preciso tomar antes buenas medidas indicó Pinilla porque esos golpes, si salen mal, son terribles.... Escojamos buena gente, y que todos nos sigan y vayan al mismo objeto sin decir nada hasta no estar sobre ellos. Que sólo sepan la verdad del objeto treinta ó cuarenta hombres probados. Eso ha de ser así: yo respondo de ello.
Mire usted dijo Pinilla al Doctrino, continuando la conversación interrumpida, ese Bozmediano es además un hombre inmoral, de detestable conducta; un libertino, como lo fué su padre, escándalo de la corte de Carlos III. Lázaro prestó mucha atención.
Amigo dijo Pinilla, mirándole con mucha sorna, usted lo dijo; ¿no se acuerda usted ya de aquella parte de su discurso en que decía: "¿Nos detendremos con timidez, asustados de nuestra propia obra? No. Estamos en un intermedio horrible. La mitad de este camino de abrojos es el mayor de los peligros. Detenerse en esta mitad es caer; es peor que no haber empezado."
Satisfecho podía estar el Peregrino si no nublara un tanto los auspicios favorables la diligencia del Sr. Gil de Mesa en comunicarle nuevas de otro género. Habíale mostrado el Ministro Villeroy avisos de Flandes de andar por París el señor de la Pinilla de Aragón, de quien se decía haber tomado 6.000 ducados de oro á cuenta de la vida del fugitivo, yendo en su compañía un fraile y un criado.
D. Rodrigo de Mur, señor de la Pinilla, acompañado de un criado y de un fraile vizcaíno, de nombre Mateo de Aguirre, aparecieron en París, despachados por D. Juan de Idiáquez con expreso fin de matar al ex-Secretario de D. Felipe.
¿Qué? ¿Hay algo? Efectivamente, he notado, al venir, cierta agitación en la villa. Pues ya verá usted á eso de las diez.... ¿Y no hay sesión esta noche? ¡Sesión! ¡Brrr! exclamó Pinilla, haciendo con la boca un estrambótico sonido. Esta no es noche de palabras, es noche de hechos. Mucho se ha hablado ya. Pues no estoy enterado de nada. Ello es que desde anoche no vengo por aquí.
La epístola inmediata trataba del complot descubierto contra su vida; de la prisión del señor de la Pinilla; de la inquietud que sentía: quisiera volver á Inglaterra, y no le vendrían mal algunos fondos .
Le odio, le detesto, no le tendría compasión aunque le viera asado en parrillas. Sólo por acabar con ese condenado, entraría yo en la conspiración. ¿Pues que te ha pasado con él? le preguntaron. ¿Qué me ha pasado? dijo Pinilla, lívido de cólera. Hace algún tiempo iba ese señor á Lorencini. Una noche hablaba yo en contra del absolutismo y de los frailes: todos me aplaudían, y él también.
Palabra del Dia
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