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Esto es federación de la España. Llega la noticia a la América, y se desprende de la España, separándose en varias secciones: federación de la América. Del virreinato de Buenos Aires salen al fin de la lucha cuatro Estados: Bolivia, Paraguay, Banda Oriental y República Argentina: federación del virreinato.

En algunos puntos la lucha es empeñada, y los vetustos aparatos están a punto de ser derrotados por los nuevos. Todo un curso de civilización y de historia nacional se puede estudiar en estos detalles, al parecer insignificantes.

A llegó para Lázaro el momento decisivo de la lucha, el instante supremo en que las vacilaciones y las dudas habían de resolverse, informando en uno u otro sentido una resolución que decidiera de su vida.

Reyna? ¿No hubiera bastado al Gobierno filipino haber dado la orden de atacar, para que nuestros ocho mil hombres hubieran entrado en lucha inmediata con las fuerzas de los Estados Unidos? ¿Se había de conspirar cuando se tenía el poder en las manos? ¿Y sobre todo, un telegrafista se había de meter en cosas de guerra, cuando existía un ejército que tenía aquel deber?

Y hoy en la lucha santa que emprendimos Niños sobre la arena descendimos Para arrimar el hombro al patrio altar, Y al darnos nuestra madre abrazo estrecho Nos pone sollozando sobre el pecho Los colores de Salta y Tucuman.

Durante un mes pude sufrir la lucha entablada entre mi razón y mis celos; pero llegó un día en que me estremecí. Amparo nada me dijo cuando la anuncié este viaje, más que las siguientes palabras: Espero que volverás pronto. Aquella noche salí de Madrid en una silla de postas. Mi resolución era, no volver a ver más a Amparo.

Durante la guerra de la Independencia sufrieron la ciudad y la provincia las varias alternativas de aquella prolongada lucha, y muchos de sus habitantes fueron a reforzar, como buenos aragoneses, las huestes de los zaragozanos en los memorables sitios, y las de otros puntos donde sus hermanos peligraban, no apartando entre tanto su vista de Teruel, a la que acudieron a socorrer en el sitio que sufrió de los franceses.

Sentóse sobre un tronco, suspirando. Y se quedó absorto, mirando correr las olas, que se perseguían las unas a las otras, encrespadas de furor, e iban a morir mansamente a sus pies... La lucha interna seguía, entretanto.

Salieron los leñadores con el hacha al hombro, saltando la cuerda, confundiéndose con el gentío que comentaba los incidentes de la lucha, y otra vez sonó el pito y el tamboril, mientras las yuntas de bueyes arrastraban al centro de la plaza dos enormes piedras. Llegaba el momento emocionante, la hora del suceso que había atraído á Azpeitia tanta gente. Iba á comenzar la lucha de los barrenadores.

Tuvo después el mando del ejército que defendió los derechos de Isabel II al trono de España, aunque le asistió poca fortuna en las operaciones militares de esta lucha, que sólo terminó cuando Espartero eclipsó el prestigio de Rodil.