United States or Zimbabwe ? Vote for the TOP Country of the Week !


17 y se encienda el furor del SE

Dices, Juan, que las minas serán nuestra felicidad. ¡Eso! ¡eso digo! exclamaba el paisano con furor. Pues yo te digo que acaso, acaso serán nuestra desgracia. ¡Martinán, eres un burro! gritó otro paisano que allá en un rincón libaba silenciosamente el jugo de la manzana. Te digo que acaso sean nuestra desgracia y voy á probártelo expresó Martinán con calma sin hacer caso de la interrupción.

Extendíase este por detrás de Biarritz, estrellándose contra las rocas con furor inmenso, amenazador e imponente, bajo aquel límpido azul y con aquel sosegado tiempo, como un gesto de terrible cólera en el rostro de una serena divinidad.

11 Finees, hijo de Eleazar, hijo de Aarón sacerdote, ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel. 12 Por tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él;

El espectáculo no era muy agradable; sobre todo poco antes de comer. Al mismo tiempo se volvió dirigiendo sus pasos hacia la puerta. Gonzalo exclamó con sonrisa sarcástica: Y yo me alegro de haberte dado esa alegría. Luego, al quedar solo, sus ojos chispearon de furor y sus labios temblaron.

Había sido un capricho de la artista, un deseo repetido en sus visitas a la casa azul, unas veces por la tarde en presencia de doña Pepa y la doncella, y todas las noches pasando por la brecha de la cerca, donde ya le esperaban en la obscuridad los desnudos brazos de Leonora, aquella boca fresca que se adhería con furor a la suya como si quisiera absorberle.

Huyó repentinamente de ellas toda la sangre y quedó densamente pálido. Y por un impulso ciego, superior a su voluntad, gritó fuera de : ¡Eso es una vileza! ¡Una cobardía! Y aun trató de lanzarse sobre él. Pero le detuvieron. D. Pedro gritaba mientras tanto a grandes voces, loco de furor: ¡Por fin caíste! ¡Por fin caíste, perro!

De las heridas que el derrotado plenipotenciario de Constantinopla llevaba en el alma, ninguna escocía tanto a su vanidad, ninguna irritaba tanto su soberbia como el que fueran sus vencedores una beata y un fraile. En el paroxismo de su furor imaginábase estrangular algún día a la taimada Villasis con el pañuelo a cuadros azules y amarillos del hipócrita Cifuentes. Fin del libro segundo Libro III

No importa que suframos destierros y prisiones, tormentos infernales con salvaje furor; ante el altar sagrado que en nuestras corazones juntos te hemos alzado, sin mancha de pasiones, juramentos te hicieron el alma y el honor.

Hay personas tan ciegas, que aún no han llegado á comprender que es V.M. el que más ama y el que más desea su cumplimiento. Todas las leyes liberales que V.M. sanciona y promulga con gran sabiduría, no bastan á convencerles. ¿Qué hacemos contra tales gentes? Fernando estaba ciego de furor al comprender adonde iban dirigidas las embozadas alusiones del ministro.