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En la convalecencia de la segunda fiebre, en Vetusta, volvió esta actividad indomable del pensamiento a molestarla; pero poco después de comenzar a comer bien, mediante aquellos esfuerzos supremos, notó que unas ruedas que le daban vueltas dentro del cráneo se movían más despacio y con armónico movimiento.

Antes de la hora de almorzar ya tejía; bien que imperfectamente, ¡ya tejía!... Como primeros ensayos fabricó unas tiras largas y desparejas y unos cuadraditos, aunque sucios de dedos y no sin nudos que acusaban tropiezos y equivocaciones. Inmediatamente quiso comenzar su colcha blanca.

Aún tardó algunos minutos en comenzar el desagüe de la cazuela, y el estrepitoso descenso por las escaleras abajo. Cogiéronse Amparo y Ana de bracero, y empujadas por todos lados arribaron al vestíbulo y de allí salieron a la calle, donde el frío cortante de la noche liquidó al punto el sudor en que estaban ensopadas sus frentes.

Luis es malo, pero mayores escándalos dieron en su juventud algunos santos varones. Ahí tienes a San Agustín, padre de la Iglesia, columna de la cristiandad. San Agustín, siendo joven... El timbre del teléfono cortó la palabra a Dupont, que iba a comenzar el relato de la vida del gran africano, sin fijarse en el gesto de indiferencia de Fermín.

En el Trinidad todos demostraban gran ansiedad por comenzar el fuego; pero nuestro comandante esperaba el momento más favorable. Como si unos navíos se lo comunicaran a los otros, cual piezas pirotécnicas enlazadas por una mecha común, el fuego se corrió desde el Santa Ana hasta los dos extremos de la línea.

Voy a volver a comenzar mis herbarios destruidos y a renovar mis relaciones con esas ricas familias de vegetales entre las que, un largo alejamiento, me han hecho casi extraño. ¿Necesito decirte qué goces inexpresables me procuran esos dichosos recuerdos a los que se asocian tantos dichosos recuerdos y tantas armonías encantadoras?

Pocos, y yo conozco uno de ellos. Pues venga ese. Guzmán sacó de su cartera una tarjeta; escribió con lápiz al respaldo de ella el nombre y las señas del domicilio del sujeto, y se la entregó a su amiga, diciéndola: Ahí está. La marquesa leyó: «Don Santiago Núñez. Imperial, 15, , derecha». Después dijo a su amigo: Está bien. Pues ahora voy a comenzar... por el principio.

Extrañé que los caballeros y las damas estuviesen separados por una cortina, que les impedía verse unos á otros, y que, desde la mitad del salón, llegaba hasta la escena. Se nos esperaba para comenzar la comedia, cuyo título era Piramo y Thisbe. La pieza era nueva, y peor que todas las demás que había visto hasta entonces en España.

»Tantos rodeos para comenzar y los muchos días que llevas sin recibir noticias suyas, te habrán hecho temer que aquí sucede algo grave: desgraciadamente, no hay más remedio que decírtelo. Ha pasado el peligro, pero ha sido grandísimo: unas viruelas espantosas. »En cuanto a su vida, puedes estar tranquilo; los médicos la han salvado.

Tenemos pues, que hay una duracion asignable en que no habia A; y en que habia no A. Y que así en el órden de la duracion ha habido una pequeña serie de dos términos: no A, A. Comenzar es pasar del primer término no A, al A. El principio de causalidad dice: que no es posible el tránsito del primer término al segundo, sin que intervenga un tercer término, B, que debe ser algo real.