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Yo no lo que tendrá comprometido en esta liquidación; pero si es mucho está perdido, porque el consolidado ha subido un entero. Y si se empeña en no liquidar inmediatamente, a fin de mes puede tener muy bien dos enteros de alza. Todo el buen humor de Pepa había desaparecido de repente. Bajó la cabeza y dejó caer el tenedor sin ánimo para concluir el trozo de jamón de York que se había puesto.

Trabajador, eso , como una mula de carga, y ahorrativo como una hormiga; Rocchio no perdía un minuto de su día comercial, ni gastaba un centavo más de su cuenta del mes, que él estiraba cual si fuera de goma elástica, a fin de cubrir sus escasas necesidades, porque él aseguraba venirle la sábana corta para sus piernas tan largas.

Las camaradas participaban también del pan bendito. Y la romería en Lima duraba un mes por lo menos.

Cuando la condesa Poldy daba estos paseos meditabundos, cuando salía, como solía ella decir, a caza de impresiones poéticas, no gustaba de que nadie la acompañase; siempre iba sola. En un hermoso día de los últimos del mes de Mayo, la condesa Poldy se hallaba sola, en lo más intrincado del bosque, entre diez y once de la mañana.

La carabela capitana ganaba nueve mil maravedís de flete al mes; tenía por capitán á Diego Tristán; llevaba piloto mayor, maestre, contramaestre, físico, tonelero, calafate, carpintero, 2 lombarderos, 2 trompetas, 14 marineros, 4 escuderos, 20 grumetes, en total 52 personas, incluídas las del Almirante y su hijo.

Ramón Bravo. Ademas el día 28 del mes pasado se tomó la cantina del Sr.

Si conforme le cayó entre las manos la familia de Zapata le hubiera tocado gobernar familia de más fuste, o una ínsula, o un estado, habría salido muy airosa. En la ínsula de Doña Francisca estableció con mano firme la normalidad al mes de haber empuñado las riendas, y todos allí andaban derechos, y nadie se rebullía ni osaba poner en tela de juicio sus irrevocables mandatos.

Esta debe de ser sin dubda de ellas; mas yo te prometo, acabado el mes, no quede en ella, aunque me la den por mía." Sentóme al cabo del poyo y, porque no me tuviese por glotón, callé la merienda; y comienzo a cenar y morder en mis tripas y pan, y disimuladamente miraba al desventurado señor mío, que no partia sus ojos de mis faldas, que aquella sazón servían de plato.

Y es una hermosa muchacha: está flaca y sobre todo mal vestida; pero con un mes de buen trato... ¡Y usted la vendería, la dije con repugnancia sin dejarla concluir. Hoy todo se compra y se vende, me contestó con sarcasmo: se vende el amor, se vende la amistad. ¡Y se venden las hijas! Amparo no es mi hija, me contestó con precipitación y con acento singular.

Y para más ironía, Maud hablaba en francés con acento nasal: «Mes compliments, mon cher; tous mes compliments». ¡Pobre Mina!... Algunas veces, mientras hablaba Fernando con Mrs. Power, la había visto pasar cerca de ellos llevando de la mano a Karl. Fingía no conocerlos, torcía los ojos, pero se adivinaba en su gesto la amargura de la decepción.