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Otra vez volvió a rodar el mísero por los sitios más hediondos de la capital. Algún alma caritativa, que por casualidad se enteraba de su estado, socorríale indirectamente, porque Juan se estremecía a la idea de pedir limosna.

En un instante se formó círculo en torno del joven, quien se apresuraba a contestar con efusión a los plácemes, abrazos y apretones de manos que de todos sitios le venían. Los marineros, las mujeres del pueblo tomaban parte en aquellas manifestaciones de cariño lo mismo que los señores. No se oían más que exclamaciones de admiración y alegría.

Repetidas veces la invitó Bou a visitar juntos el palacio de Aransis, cuyas bellezas él no había visto; pero Isidora se excusaba siempre por miedo a la exacerbación de sus sentimientos en presencia de aquellos venerados y queridos sitios, su patria perdida. Un día que la Rufete venía de casa de su prendera, encontró al litógrafo en la calle del Duque de Alba.

El bando contrario acogía la visita diplomática con gran removimiento de sillones, para ofrecer los mejores sitios, y la conversación desarrollábase lánguidamente sobre recuerdos de elegancia y de grandes compras.

A se me ensanchaba el pecho con la vista del paisaje, con la alegría y frescura de la mañana y, sobre todo, con la idea de ver pronto a Cádiz y su incomparable bahía poblada de naves; sus calles bulliciosas y alegres; su Caleta, que simbolizaba para en un tiempo lo más hermoso de la vida, la libertad; su plaza, su muelle y demás sitios para muy amados.

El pecador tenía gusto en oírme, y yo me agarraba a él, acompañándolo a las tabernas y a sitios peores, señora... a sitios donde fueran conducidas en tiempos de martirio las santas vírgenes para ser atormentadas en lo que más estimaban.

No me atrevía a pedir un pedazo de pan por temor de parecer importuno, y al mismo tiempo, sin vergüenza lo confieso, dirigía mi escrutadora observación a todos los sitios donde colegía que podían existir provisiones de boca.

Pepe Castro, cuando vió acercarse a Cobo y Ramoncito, se había retirado discretamente. En el camino tropezó con Clementina, que parecía multiplicarse. Acudía a todos los sitios donde hacía falta, volviendo a cada instante junto a los soberanos, que se habían retirado con la duquesa, el duque y las personas de su servidumbre a una sala donde nadie osó entrar.

Pero mas que todo nos interesó un libro ó registro de excursionistas, mueble infalible en todos los sitios de esa clase, como en los museos, las bibliotecas y otros establecimientos públicos y privados de las ciudades.

Las que se quieran poner desde Salinas hasta la costa del Paraná, pueden distar 24 leguas: hecho esto, es necesario matar las bagualadas silvestres, de las que hay una porcion en estos sitios, á fin de dejar á los indios sin este asilo, lo que se puede hacer con anticipacion.