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Recordó cuando estuvo enferma, hacía ya tiempo, y le permitieron verla en su lecho diminuto, donde reposaba pálida y ojerosa, pero más bella que nunca. Recordó también la vez primera que vino á visitar á su madre, quien la recibió en la escalera y la echó los brazos al cuello cubriéndola de caricias y llamándola hija.

Entrado, pues, ya el año de 1691 pasó el Padre Provincial de esta provincia, Gregorio de Orozco, á visitar el Colegio de Tarija para entrar por allí á las tierras de los Chiriguanás y probar á lo menos por algún poco de tiempo las incomodidades que sus súbditos habían de tolerar después años enteros y hallarse en alguno de tantos peligros en que después ellos habían de vivir continuamente.

Hube de buscar el cuarto, y éste fue un fraile de la Merced, que las mujercillas que digo me encaminaron, al cual ellas le llamaban pariente: gran enemigo del coro y de comer en el convento, perdido por andar fuera, amicísimo de negocios seglares y visitar, tanto que pienso que rompía él más zapatos que todo el convento.

La difunta señora, una condesa anciana, había sido su madrina, costeando su educación en un colegio modesto, y todavía Antonia iba a visitar algunas veces a «las señoritas», las hijas de su protectora, que se habían casado.

¡Pobre hombre! murmuró Hullin gravemente ; viene a visitar su castillo, andando por el hielo con los pies descalzos y con su corona de hojalata en la cabeza. ¡Oye, oye cómo habla!

Independiente, linda, rica y elegante, se vio en seguida bien estimada y solicitada. Esta existencia de placeres la absorbió completamente. Visitar mucho y recibir más aún, fue su única ocupación; sentía por la vida social, verdadero fervor.

Despues de las indicaciones generales que acabo de hacer, me limitaré á mencionar, para no abusar de la paciencia del lector, los objetos que mas me llamaron la atencion en las localidades vascongadas que pude visitar. Bilbao, situada á 290 kilómetros N.N.O. de Madrid, en el fondo del estrecho y lindo valle del Nervlon, está protegida contra todos los vientos y tiene un delicioso clima.

Y todas las primaveras tenía la costumbre de ir a ver los viejos nidos de búhos los antiguos castillos y las ruinas que coronan los Vosgos en el seno de los bosques, en el Nideck, en el Géroldseck, en Lutzelburg, en Turkestein, diciendo que iba a visitar sus leudes, y hablaba de restaurar el pasado esplendor de sus Estados y de reducir nuevamente a esclavitud a los pueblos sublevados, con la ayuda del Gran Golo, su primo.

Eran tres nada más: un joyero viejo que venía de visitar sus sucursales de América y dos muchachas comisionistas de la rue de la Paix, las personas más modositas y tímidas de á bordo, vestales de ojos alegres y nariz respingada, que se mantenían aparte, sin permitirse la menor expansión en este ambiente poco grato. Por la noche hubo banquete de gala.

«Muy querido discípulo y amigo: «Como te lo ofrecí anteayer, estuve anoche a visitar al señor Lic. Castro Pérez para hablarle acerca de , y de lo útil que podías serle en el despacho.