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Yo me contento con decir que la casa de Aransis no ha tenido parte mínima en echarla a usted al mundo. Dos chicos nacieron de una señorita desgraciada... ¿Usted la conoció? dijo Isidora con energía apelando a un recurso de gran efecto. . ¿Me ha mirado usted bien?». Muñoz y Nones, que ya la había mirado bien, consecuente con la dulce afición declarada por Miquis, la volvió a mirar.

Un mes después de la primera entrevista con el suegro de Miquis, Isidora había perdido ya la fe en sus derechos a la casa de Aransis. De ellos no quedaba en su alma sino una grande y disolvente ironía. Ya no creía en si misma, o lo que es lo mismo, ya no creía en nada.

Viose repentinamente transportada a las altas esferas que ella no conocía sino por ese brillo lejano, ese eco y ese perfume tenue que la aristocracia arroja sobre el pueblo. Viose dueña del palacio de Aransis, mimada, festejada y querida.

Capítulo IX Beethoven El palacio de Aransis, situado en la zona de la parroquia de San Pedro, es un edificio de apariencia vulgar, como todas las moradas señoriales construidas en el siglo XVII, las cuales parecen responder a la idea de que Madrid fuese una corte provisional.

Riquín, ya muy mejorado, saltaba y corría por el campo, y en sus mejillas renacían los frescos colores de la salud. Todo el día lo pasaba D. José embelesado, y no hartaba sus ojos de mirar a la madre y al hijo. Paseaban los tres por la montaña, se sentaban, hacían vida de idilio, semejante a la que D. José había visto pintada en los biombos de la casa de Aransis.

Cuando los acontecimientos políticos le dieron respiro, vino a establecerse a Madrid, donde vivía su hermana, casada con el conserje de la casa de Aransis.

»Cuando poseas lo de Aransis, que es buen bocado, no dejes que se te vaya la mano en el gastar, pues las liberalidades consigo mismo o con los demás son el peligro de los ricos y la sangría de las bolsas. Cásate con persona de tu condición, pues si lo haces con quien por debajo de ti esté, te expones a que el peso de tu cónyuge te tire hacia abajo y no te deje flotar bien.

El abandono en que sus dueños la tienen nótase desde la puerta al tejado, pues aunque todo está en orden y bien defendido de la polilla, hay allí olor de soledad y presentimiento de ruina. Digan lo que quieran los que se empeñan en que ha de ser bueno todo lo que no es moderno, el interés artístico de los salones de Aransis no pasa de mediano.

Doy a usted otra vez las gracias dijo esta , por su amabilidad, que es más digna de aprecio en una época en que se han acabado los caballeros.... Pronto llegaremos: voy a casa de Paquita de Aransis, la señora del coronel D. Pedro Rey. ¿Conoce usted a esa digna familia? No tengo el honor de conocerla; pero ese apellido de Aransis no es extraño para .

La importancia artística de tales caserones es nula; su solidez mediana, y en cuanto a comodidades interiores, solamente es habitable lo que ha sido reformado, pues los señores antiguos parece se acomodaban a vivir sin luz y sin abrigo, ya en anchas cavidades desnudas, ya en obscuras estrecheces. La casa de Aransis es de las reformadas en el siglo pasado.