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Porque él ha puesto a nuestros ríos interiores una barrera insuperable para que no sean libremente navegados, el nuevo Gobierno fomentará de preferencia la navegación fluvial; millares de naves remontarán los ríos e irán a extraer las riquezas que hoy no tienen salida ni valor hasta Bolivia y el Paraguay, enriqueciendo en su tránsito a Jujuy, Tucumán, Salta, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe, que se tornarán en ricas y hermosas ciudades, como Montevideo o como Buenos Aires.

Este rio de Santa Cruz en otro tiempo fué capaz de naves gruesas: pues refiere Gonzalo Fernandez de Oviedo en su Historia de las Indias, que ancoraron en él las naos del comendador D. Fray Garei Jofré de Loaysa, año de 1526. Y lo mismo comenta el cronista Antonio de Herrera en su Historia de Indias, dec. 3. lib. 9. cap. 4., quien dice, que en dicho rio de Santa Cruz dió carena á su capitana.

No contradicen estas referencias á las anteriores: aun tratando de carracas que eran las naves de mayor porte y capacidad, y de una tan excepcional por la grandeza y objeto, como La Charente, se comprende que, separadas las 14 piezas encabalgadas, el mayor número componían las de horquilla y pinzote fijo en la borda, manejadas por un hombre, si comprendidas en la denominación genérica de piezas de artillería, distinguidas en particular con las de falconetes, versos y pasavolantes.

Un aventurero genovés había ofrecido llegar a Cipango y al Catay, atravesando con sus naves el nunca surcado y tenebroso mar de Sargaso, y el aventurero había descubierto extensas y hasta entonces incógnitas regiones, donde había ido a plantar la cruz del Redentor y el pendón de Castilla, dejando entrever y haciendo augurar que la tierra en que vivimos es mayor de lo que se pensaba y que todo lo oculto y misterioso que hasta entonces había habido en ella, iba a revelarse y a manifestarse a nuestros ojos y a ser dominado por castellanos y aragoneses.

El señor cardenal anterior a éste, que en santa gloria esté y se llevó la mano al bonete , también había corrido muchas tierras; un «moderno» que, a vivir más tiempo, hubiese acabado por poner luz eléctrica en las naves de la catedral.

La historia de su raza en la isla la condensaba Valls a su modo en breves palabras. Los judíos eran muchos, muchísimos, en otros tiempos. Casi todo el comercio estaba en sus manos; gran parte de las naves eran suyas. Los Febrer y otros potentados cristianos no tenían reparo en asociarse con ellos.

Se llegó a decir que había llevado al templo, debajo de la capa, una botella de anís del mono.... «¡Del mono!... ¡él... don Pompeyo!...». No volvió al Casino. «Aquellos infames que le habían embriagado o poco menos, obligándole después a penetrar en el templo, eran muy capaces de haber inventado en seguida la calumnia con que querían perderle. ¿Qué autoridad iba a tener en adelante aquel ateísmo que se emborrachaba para celebrar las fiestas del cristianismo, y que asistía a los santos oficios a blasfemar y hacer eses por las respetables naves de la basílica?».

Á esto se reducía el Arte de Navegar cuando Colón salió de Palos con ánimo asombroso de llegar á la India Oriental por Occidente. Se ha investigado ya la forma de las naves que desde el puerto de Palos abrieron en el Océano el primer surco hasta las Antillas el año afortunado de 1492; la capacidad del vaso; la proporción de sus miembros; la arboladura y velamen que servían á la moción.

«Busquemos otro campoMil voces contestaron..... ¿Pensais que derramaron Un llanto femenil? En mísero abandono Sus hogares dejaban, Y tan solo esclamaban: «Libertad ó morirAntes que como infames Doblegar la cabeza, Supieron con firmeza Sus cabezas erguir. Y dejaron la Patria Y á las naves subieron, Y otra vez repitieron: Libertad ó morir.

La armada, entre naves de combate y transporte, alcanzaba la cifra de más de 100 velas, descomponiéndose de esta suerte: Capitán general, Juan Andrea Doria, en la Real. 16 galeras más de su escuadra. General de la escuadra de Nápoles, D. Sancho de Leyva. 7 galeras, 2 de ellas de Stefano di Mare ó Mari.