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Sábete, Sancho, que es muy fácil cosa a los tales hacernos parecer lo que quieren, y este maligno que me persigue, envidioso de la gloria que vio que yo había de alcanzar desta batalla, ha vuelto los escuadrones de enemigos en manadas de ovejas.

Los americanos y los ingleses designan este punto en sus cartas y obras geográficas con el nombre de Aspinwall, como si el vulgar yanqui que construyó la línea férrea a través del Istmo, fuera capaz de oscurecer el nombre del ilustre genovés y tuviera más título a la gloria póstuma.

Desde su trono el mundo levantará su frente para entonar un himno, un himno en tu loor ¡Gloria para la patria ya libre e independiente que luce a cuatro vientos la enseña tricolor! Un amor acendrado ¡oh patria! por ti siento. Tuyos son mis laureles; es tuya mi ilusión. ¡Libre desea verte el claro entendimiento! ¡Libre desea verte el noble corazón! Poeta nuevo. Ha escrito poco.

Poco a poco los círculos de la murmuración se animaban, la calumnia encendía los hornos, y los últimos que llegaban, los regazados, encontraban aquello hecho una gloria. «¡Qué ocurrencias, qué fina malicia, qué perspicacia! ¡Oh, el ingenio vetustense!». El Magistral fue aquel año la víctima de las dionisíacas de la injuria; no se hablaba más que de él.

Entonces se cubrirán de gloria los hombres de corazón recto; los leales y patriotas lucharán contra una plebe desenfrenada; lucharán por el derecho, por Dios y por el Rey; vivirán eternamente en la memoria de todos, y sus nombres serán en lo venidero un emblema de justicia y de honradez. Estos son los héroes, Lázaro; éstos. Lázaro se acabó de hundir.

Con Villarino brilló por última vez, como dice don Manuel, la gloria de los conquistadores españoles.

Nuestro encuentro, hoy mismo hace treinta años, fué en la Alhambra..... Allí estaban ya reunidos, soñando también con la gloria, los demás que de cerca ó de lejos habían de acompañarnos en la peregrinación.

Del carruaje salió un hombre que no conocí y cogió por las manos a mi Gloria, que vi claramente hacía esfuerzos por desasirse. De dentro la empujaron, y saltó también a la calle, y detrás de ella, don Manuel, el tenedor de libros. No faltaba más que un paso para meterla en el portal. Pero aquel paso no pudieron darlo.

Se sonaba, no obstante, en el lugar que el verdadero objeto del amor de Currito era la maestra doña Ramona, la cual no había cumplido aún cuarenta años, estaba colorada y sana, y por los bríos y robustez de sus frescas y apretadas carnes era una bendición de Dios y daba gloria verla.

No hay cosa más ridícula que andar dibujando tajos en el aire y haciendo ruido con los sables como en el teatro. Un buen golpe recto, partiendo de la inmovilidad, ¡esa es la manera de concluir pronto! Murió Alvarito, Dios le tenga en gloria; Bebamos una copa a su memoria. volvió a cantar Rafael con voz engolada levantando la copa de champagne.