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Pero ¿por qué razón? ¿Debemos condenar al convento de San Felipe de Madrid, tan santo y respetable, y á otros muy venerados, porque en ellos se representen comedias en la sacristía?

Donde quiera se ven en los caminos públicos, á cortas distancias, dos objetos que llaman mucho la atencion, revelando la índole de los Vallesinos: nichos de piedra establecidos á la vera del camino, conteniendo pequeños altares con Cristos y estatuas de la Vírgen ó de santos, cuajados de votos ó reliquias y guirnaldas de flores y muy venerados por los paisanos; y al lado del nicho sagrado, ó por lo ménos de una cruz, una fuente bien conservada ó una canal de abeto al aire libre, que lanza sobre algun receptáculo de piedra ó madera un hermoso chorro de agua cristalina y deliciosa.

Pero los verdaderos, los únicos poetas, eran los venerados por ellos; y con los ojos en blanco, trémulos de admiración, citaban nombres y nombres, de cuya obscuridad y escasa obra hacían el principal mérito, colocándolos por encima de los autores célebres que se envilecen buscando el ser comprendidos por todo el mundo, por el miserable pueblo y la repugnante burguesía.

Estos ministros, los mas venerados, eran elegidos entre los Comocois, cuando algun espíritu, invisible para los demas, se presentaba á ellos y los aletargaba por algunos instantes. Tenian finalmente infinidad de sectas, y hasta profesaban estos indios un politeismo que habian recibido de sus padres.

Su santo celo no fué inútil, porque antes de un año la ermita de Animalejos era uno de los santuarios más concurridos y venerados de toda Castilla la Vieja, á lo que contribuyeron los muchos beneficios que por intercesión de San Isidro y la del mismo Traga-santos habían obtenido de Dios en tan corto tiempo los devotos.

No sólo te han quitado tus venerados libros, sino que te han puesto de patitas en la calle con orden expresa de no volver a presentarte en la casa de tu ahijada. ¡Crueldad sin ejemplo! Hay hombres que parecen fieras... José, eres un mártir. Capítulo IV A o b... Palante

No sólo las grandes cumbres de los Alpes eran adoradas como mansión de los dioses y por si mismas, sino que, hasta en las llanuras del Norte de Alemania y de Dinamarca, colinitas que elevan sus lomas por encima de los páramos uniformes, eran Olimpos no menos venerados que lo era el de Tesalia para los griegos.

No fue ésta todavía su sepultura última, porque por una extraña coincidencia de circunstancias no premeditadas, parecía que la tierra tomaba, devolviendo y volviendo a tomar a su vez, aquellos restos tan venerados y queridos, que parecía no haber medio de desasirnos de ellos, disputándolos hasta la misma tumba.

Repetidas veces la invitó Bou a visitar juntos el palacio de Aransis, cuyas bellezas él no había visto; pero Isidora se excusaba siempre por miedo a la exacerbación de sus sentimientos en presencia de aquellos venerados y queridos sitios, su patria perdida. Un día que la Rufete venía de casa de su prendera, encontró al litógrafo en la calle del Duque de Alba.

La envidia, la avaricia, y ambicion habian ocupado sus ánimos en lugar del antiguo valor, y de la mucha conformidad, y piedad Cristian, que los hizo tan estimados y venerados en todas las Provincias.