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Los techos reverberando, los pintorescos balcones verdes y azules, las altas y elegantes azoteas de estilo morisco, los arbustos cuajados de flores y perfumes, los grupos animados de una poblacion en que se veian tipos muy variados, los mármoles resplandecientes de las casas mas lujosas, los lejanos castillos destacándose sobre las ondas, las montañas, confusas en lontananza, el mar encrespado y sacudiéndose bajo su manto de luz crepuscular, el sol, enorme por un efecto de óptica, como bañándose en el océano, la brisa agitando suavemente los árboles, el cielo de una hermosura extraordinaria; todo aquello me llenó de encanto, de embriaguez, dejándome en el alma una hondísima impresion que nunca olvidaré.

Cuando están cuajados se retiran y dejan enfriar; se quita el molde pequeño, y el hueco se rellena con un revuelto de huevos, trufas picadas y queso de Parma rallado; se saca del molde, adornando la fuente con picatostes largos y el adorno que más guste.

La esfinge colosal, el centauro, el buey sagrado, el animal-hombre, el monstruo humano bajo todas las formas extravagantes y brutales, cuajados de ralieves toscos, de jeroglíficos sintéticos, de signos incorrectos están revelando una época en que todo fué gigantesco y monstruoso como el iguanodon ó el megaterio; en que todo vivia con exceso, sin los perfiles y el pulimento que el trabajo secular de la creacion ha traido lentamente para perfeccionar las cosas.

Deberíamos haberle ofrecido unas gotas de láudano. No articuló palabra Clarita; pero sus ojos negros cuajados de lágrimas me dijeron muchas cosas en una última mirada. Con el dardo de esta mirada clavado en el pecho, me volví a Venado-Tuerto, a la estancia, donde me requerían urgentes trabajos. No sin llevarme una biblioteca de bridge, tres docenas de juegos de naipes y una gruesa de «anotadores».

Aquel paraje era el favorito de Amparo y Baltasar; sobre todo desde que al lado, en los fresales, cuajados de flor blanca, empezaba a madurar la roja fruta. El día de San José, Baltasar consiguió ya recoger para la muchacha media docena de fresas en una hoja de col.

De trecho en trecho se suele ver una pequeña plantacion de caña de azúcar, ó un verde platanar que exhala el perfume de sus racimos cuajados de miel, cayendo sobre los vástagos desnudos como cintillos de topacio bajo una bóveda de esmeralda.

Tomás y de S. Fernando, cuajados de cogollos y follages dorados, podrian en pequeña escala pasar por verdaderos primores si fueran obra de monjas. Guarda celosa Córdoba en esta capilla una santa imágen que es su númen tutelar, como lo era para la antigua Troya la famosa estátua de Palas.

Ese es nuestro hombre dijo don Celso por lo bajo a don Simón. Y mientras éste se echaba las solapas hacia atrás y destacaba cuanto podía sus dedos cuajados de anillos, don Celso, apeándose, abrazó al tabernero, que apenas se movió del sitio en que estaba, ni sacó las manos de los bolsillos.

De allí salían largos pendientes en forma de uva, cuajados de diamantes antiguos; sortijones con brillantes como lentejas; piedras sin montar, de valor considerable; cincelados de gran mérito artístico; todo adquirido a fuerza de calma y de regateos en el naufragio de las grandes fortunas. Dice usted bien, Antonio.

El sol comenzaba apenas á producir sobre las crestas nevadas sus primorosas reverberaciones; una ancha faja de nieblas ceñía los cerros vecinos por la mitad, dejando en descubierto las eminencias con sus enormes peñascos de granito, y las bajas colinas, la ciudad y los vallecitos profundos y tortuosos del Jenil, frescos, verdes, floridos, cuajados de molinos y fábricas, de huertos primorosos y de hileras y grupos de álamos blancos y otros árboles enhiestos.