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Por allí vaga alegremente la turba de elegantes ociosos y de lujosas cortesanas, que ostentan su hermosura cosmopolita y su fortuna de cotizacion mas ó ménos anónima.

Arriba la mas espléndida region de la Colombia meridional; un panorama infinitamente variado de llanuras y colinas, de selvas y montañas, de contrastes interminables en las formas, los colores y los recursos de la naturaleza; y toda esa sucesion de valles lacustres y de lujosas serranías, enriquecida por una poblacion activa, numerosa y bastante civilizada, y por las obras de una agricultura progresiva, que se mancomuna con el comercio, la industria pecuaria, las artes y la minería.

Las casas en fila, las aceras de ladrillos rojos, los balcones con persianas, todo lo admiró con la simpleza de un salvaje del interior que llega a una factoría de la costa. Detúvose ante algunas ventanas convertidas en escaparates, examinando los géneros expuestos con la misma delectación que había contemplado en otra época las lujosas vitrinas de los bulevares o del Regent Street.

El tío Frasquito, libre ya de temores, volvióse vivamente y arrastró hacia Jacobo un precioso caballete, sobre el cual descansaba un gran infolio, una especie de libro de coro, cuyas lujosas tapas eran una obra de arte, un mosaico acabadísimo, hecho sobre piel de zapa, con peregrinos dibujos y colores muy vivos, formando el todo un conjunto digno de competir con las más lujosas encuadernaciones antiguas que se admiran en la biblioteca del Vaticano; cerraba el libro un gran broche de acero calado, representando las armas de los Aldamas, rematadas por la corona ducal del jefe de la casa.

Un lamento se extendió por las lujosas habitaciones, un quejido, siempre el mismo, que pasaba por debajo de las puertas hasta la escalera majestuosa y solitaria: ¡Oh, Julio!... ¡Oh, hijo mío!... Campos de muerte Iba avanzando el automóvil lentamente, bajo el cielo lívido de una mañana de invierno.

Gallardo recordaba confusamente haberla visto en su infancia en el paseo de las Delicias sentada al lado de su madre y cubierta de rizadas blancuras, como las muñecas lujosas de los escaparates, mientras él, mísero pillete, saltaba entre las ruedas del carruaje buscando colillas de cigarro.

Por los arrecifes cruzaban por las tardes lujosas carrozas y los modestos asientos de ladrillo se veían siempre ocupados por un público aristocrático que lucía sus más preciadas y ricas galas.

Las aldeas de pescadores se transformaban en pueblos elegantes; los grandes hoteles de París y Londres edificaban sucursales enormes en las desiertas bahías; las tiendas más lujosas del bulevar instalaban su filial en villorrios donde algunos años antes todo el mundo andaba descalzo.

Sobre las sillas no había nada, pero el sofá quedaba casi oculto por un montón de ropas relativamente lujosas, que formaban contraste con lo modesto y pobre de la estancia.

Sus ropas, desteñidas y viejas, habían sido lujosas muchos años antes; pero vistas á cierta distancia, aún podían engañar á los distraídos. Además conservaba cierta esbeltez, que, unida á su estatura, hacía olvidar por un momento los estragos de la miseria y de los años. Al ver que Robledo se detenía un instante para examinarla mejor, sonrió con alegre sinceridad.