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Ya dije que en Francia se hacen muchas cosas, infinitas cosas, por ganas de hacer, como se dicen otras por ganas de decir, como se piensan otras por ganas de pensar. Creo que he dado con la expresion: esta capilla subterránea es una tiniebla que no tiene sombra, ó bien una sombra que no tiene tiniebla.

El sacerdote entró en la capilla con aire de propietario, escandalizándose de la actitud del público: todos con la cabeza descubierta, pero hablando en voz alta, y algunos hasta fumando. Caballeros, que esto no es un café. Hagan el favor de salir. La corrida va a empezar.

El coro, unido al altar mayor, es magnífico: adornado con primorosos bajos relieves; debajo está la tumba de San Cárlos, que merece verse. Cerca de la catedral, á su izquierda, está el palacio imperial, donde habitó Napoleon: merece verse; encierra algunos buenos cuadros y hay una magnífica capilla, soberbios salones y objetos de arte.

Una cascadita que salta por encima del león, cayendo en un estanque, una capilla cercana, una casita elegante dentro de la cual se hallan de venta mil curiosidades, y los pabellones de verdura que rodean el monumento, completan el gracioso cuadro.

»Esperamos inútilmente; permanecimos solos el resto de la noche, y cuando los primeros rayos del día iluminaron las vidrieras de la capilla, Carlos no había aparecido. »Pasó el día, pasaron también los siguientes y no volvió a presentarse en el castillo.

Aunque andaba muy aprisa, tardaba mucho tiempo en llegar al altar, porque la capilla, que era tan chica, se había vuelto muy grande.

La marina provenzal iba en ayuda de sus vecinos y el rey aragonés forzaba el puerto de Marsella, llevándose como trofeo las cadenas que cerraban su entrada. Ulises hacía gestos afirmativos. El rey navegante las había depositado en la catedral de Valencia. Su padrino el poeta se las había enseñado en una capilla gótica formando una guirnalda de hierro sobre los negros sillares.

Es capilla de hospital desde que fundó el que lleva su nombre el cardenal D. Fr. Pedro de Salazar, obispo de Córdoba. Lit. de J. Donen, Madrid. Del estilo musulman africano existen, además de esta mezquita, otros restos de bellísimo carácter.

A la izquierda lejano caserío, la fábrica, el «real», los establos, hacia los cuales volvía el ganado, la capilla con su torre envuelta en un manto de hiedras; a la derecha la vega villaverdina iluminada por los últimos reflejos del sol; y en el fondo las altas montañas de la Sierra, sombrías, boscosas, coronadas de abetos y de ocotes.

Llegaron en solemne y lenta procesión, después de cruzar varios corredores, a la gótica capilla del palacio, que parecía aguardarlos con sus mortecinas luces encendidas. Se descubrieron. Entraron. Persignáronse.