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Vivo con muy poco y estoy dispuesta á imponerme todavía mayores privaciones; pero ¿no podréis y Elena limitar vuestros gastos, sin perder el rango que ella merece por ser esposa tuya? Tu mujer, que es tan rica, ¿no puede ayudarte en el sostenimiento de tu casa?...» El marqués cesó de leer.

, ; me hago cargo... La pobrecita está bien desfigurada. El otro día la he visto con su madre en la calle del Carmen. No ha sido precisamente eso lo que me ha detenido. Tiene mucha razón; la hermosura es cosa pasajera... Pero no le convenía por la posición. Usted merece una chica rica... Tampoco es eso se apresuró a decir Llot.

Por cierto que han medrado poco dijo el Estudiante , pues no han pasado de lacayos de la Fortuna. No hay en su casa dijo el Cojuelo quien tenga lo que merece.

ya medio siglo que muchos médicos lo han observado, y de cuantos en nuestros dias se han dedicado á su estudio con mas entusiasmo, preciso es reconocer que el profesor Trousseau merece la preferencia.

Muy bien, señor Ojeda murmuró irónicamente ; se está usted portando como un caballero. Y dejándose caer en un banco, añadió con rabia: ¡Eres un canalla; un canalla que merece la muerte!

Pero me gusta dar a cada cual lo que merece, y no tengo todavía bastante franqueza con usted, que es caballero y hombre de mundo, para recibirle en mi casa, por primera vez, vestido de carretero. Va, pues, con usted, como ha ido antes con otros, este ceremonial; y no me lo agradezca, porque es deuda de homenaje que le rindo muy gustoso.

No es, en verdad, amor, ni merece tan santo nombre, lo que yo he sentido y conocido desde la bajeza impura en que nací hasta el día de hoy. Sólo es amor, cumplido y entero, el que yo columbré remotamente entre los brazos de Juan Maury, y que por mi indignidad o por mi desgracia no pude alcanzar nunca.

Aquella casa era el palacio del doctor Montifiori, donde debía tener lugar aquella noche el casamiento de mi tío Ramón con la señorita Blanca de Montifiori, hija única del famoso hombre de mundo que ya conocemos. La casa del doctor Montifiori bien merece una página. El trópico había brindado sus más ricas y voluptuosas galas para adornar el espacioso vestíbulo cubierto por mosaicos bizantinos.

Yo lo siento y lo extraño. Madrid, desde que vino el Lozoya, ha ganado mucho, y no merece este abandono general cuando no es verdaderamente necesario tomar aguas o visitar la heredad o hacienda propia, o cuando no se posee bastante dinero para viajar por esos mundos como un nababo.

Esta dificultad merece una contestacion bien meditada; porque á primera vista parece tan concluyente, que no se concibe la posibilidad de una solucion satisfactoria. La proposicion de que la diferencia entre lo finito y lo infinito no puede ser finita, no es de todo punto exacta, y da lugar á diversas consideraciones.