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Al tender la vista sobre los pequeños huertos de esas pobres familias de proscritos, no pude menos que hacer una observación: hasta sus objetos de cultivo son tristes. La tinta medio gris de los aloes y de las plantaciones de habas coincide con la historia de esa extraña raza, así como las extensas y apretadas huertas de tunales y espinos.

Comprendo que ansíen confesarse esas buenas mujeres de los huertos, que van en busca del cura caminando bajo el sol o la lluvia. Esta tarde necesito yo decirlo todo. Tengo aquí dentro un diablillo que empuja y empuja para echar afuera todo mi pasado. Pues hable usted. Si soy su confesor y merezco su confianza, algo voy adelantando.

Primero se ganó la vida recogiendo boñigas para estercolar huertos, después fue lazarillo de ciego, dio al fuelle en casa del herrero, se metió a zagal de diligencias... por fin huyó de la comarca. Su pobre madre no volvió a saber de él en mucho tiempo.

La Suiza es realmente el país de los verjeles, y tanto que, relativamente al escaso territorio aplicable á ese cultivo en los valles y las faldas ó planicies no muy elevadas, no he visitado en Europa ninguno que le aventaje en huertos de frutales.

La luz de la antorcha marcaba sobre la superficie, aquí y allá, gigantescos hongos obscuros, grandes paraguas, cúpulas barnizadas que brillaban reflejando la roja llama. Eran naranjos sumergidos. Estaban en los huertos. ¿Pero en cuáles? ¿Cómo guiarse en la obscuridad?

Casaría a su Ramón con Bernarda, una muchacha fea, malhumorada, cetrina y enjuta de carnes, que heredaría de sus padres tres hermosos huertos. Además, llamaba la atención por lo hacendosa y económica, con una parsimonia en sus gastos que rayaba en tacañería. Ramón obedeció a su padre.

Agréguese al interes de esos mil pormenores el primor de la vegetacion interior, y se comprenderá la hermosura de aquel pangrama semi-oriental y semi-español al mismo tiempo. Los huertos y jardines son innumerables, no solo en los arrabales sino tambien en el centro de la ciudad, mantenidos con esmero en los patios interiores.

Reunida toda la comunidad en la sacristía, nos llamaron la atención sobre la necesidad de la licencia, añadiendo que el Presidente de Castilla las concedía fácilmente. Pedísela yo como debía; pero el Presidente la rehusó de tal manera, que no fué posible representarlas, aunque poco después se representaran tres en tres huertos diferentes.

Algunas tardes doña Bernarda llevaba los chicos a sus huertos o a las ricas fincas del padre de Remedios. Había que ver con qué aire de bondad vigilaba a la joven pareja, gritando alarmada si en sus correrías permanecían algunos minutos ocultos tras los naranjos.

Al fin, animada y más resuelta con el peligro de verse arrebatada al Africa, y allí mirarse combatida ferozmente en su amor y en su religión, se arrancó del querido hogar y atravesó los jardines y huertos, llena de amargura y zozobras. La tempestad aumentaba, y María iba entre la obscuridad y los árboles hacia el puente destruído, asustada con mil imágenes y fantasmas.