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Desde Pirene a Calpe habría sido devorada, y todos los españoles nos agitaríamos en una cárcel de tela, ¡ay!, en los bolsillos de ese afanador de naciones... ¡Tonta, si hubieras sabido aprovecharte!... Pero no haces números, y en esta época el que no hace números está perdido. Déjame a de números. ¿A dónde vas ahora?».

I esto era, mas que devocion, codicia de apoderarse de los muchos i grandes bienes que solian tener los mas principales judíos, convertidos á la fe; puesto que segun las ordenanzas del tribunal establecido en Sicilia, la tercia parte de las haciendas embargadas á los herejes para despues confiscarlas, pasaba á los bolsillos de los inquisidores.

Pues bien dijo el rey soslayándose en el sillón y buscando en uno de los bolsillos de sus calzas , cuando el padre Aliaga salió, me encontré sobre mi mesa esta carta cerrada, puesta á la vista y que, como veis, dice en su sobrescrito: «A su majestad el rey de España». La duquesa miró el sobrescrito y continuó callando.

Se detuvo el profesor un instante para agregar con alguna malicia: Y yo pude afirmar además, de un modo concluyente, que es usted un verdadero gentleman, porque he ordenado á dos de mis secretarios que volviesen las hojas de un libro más grande que mi persona, con tapas de cuero negro, que nuestra grúa sacó de uno de sus bolsillos. He podido leer rápidamente algunas de dichas hojas.

El valiente contrabandista no había tenido suerte: después de haber escapado milagrosamente a las balas de los kaiserlicks había dado con sus huesos en el valle de Spartzprod, en medio de una partida de cosacos que le habían desvalijado hasta el forro de los bolsillos.

Ambas rubias y ambas vestidas con singular gracia y elegancia: en Madrid esto último no tiene nada de extraordinario porque las mamás, que han renunciado a ser coquetas para , lo continúan siendo en sus hijas y han convenido en hacerse una competencia poco favorable a los bolsillos de los papás.

Se registró y halló que no hallaba el dinero que en los bolsillos había tenido.

Y, aunque se nos ocurriese, no podríamos intentarlo, porque nos habríamos dejado la cartera en casa. Mientras tanto, esto es, mientras la supresión de los bolsillos no se extienda de los empleados a los clientes, la cosa nunca podrá tener el valor de un ensayo social.

La dirección del establecimiento, como el oso de Heine, cree que, despojando de bolsillos a los hombres, se suprime en ellos el sentido de la propiedad, y a medida que los empleados llegan, hace que cambien sus trajes por unos trajes especiales, en los que no hay medio de guardar ni una sola perra chica.

Al glosar así su dicha, quitábase Miranda el sombrero y buscaba en los bolsillos del sobretodo la gorrilla de viaje roja y negra a cuarterones. Hay movimientos que por instinto nos recuerdan otros, cuando los ejecutamos. El antebrazo de Miranda, al descender, notó un vacío, la falta de algo que antes le estorbaba.