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Y el dueño del antebrazo, al advertirlo, dio brusco salto, y empezó a mirarse de abajo arriba, y las manos trémulas recorrieron y palparon el pecho y la cintura sin hallar nada; y la boca, impaciente y colérica, soltó en voz ahogada tacos, ternos y votos redondos; y el puño cerrado hirió la desmemoriada frente, como evocando el recuerdo con aquel cachete expresivo: llamado así el recuerdo, acudió por último; al cenar, habíase quitado la cartera, que le molestaba para comer, y puéstola a su lado sobre una silla vacante.

Al glosar así su dicha, quitábase Miranda el sombrero y buscaba en los bolsillos del sobretodo la gorrilla de viaje roja y negra a cuarterones. Hay movimientos que por instinto nos recuerdan otros, cuando los ejecutamos. El antebrazo de Miranda, al descender, notó un vacío, la falta de algo que antes le estorbaba.

El mismo silencio. El P. Gil, o estaba pensando en otra cosa, o el estupor le había inmovilizado. Sin duda creyó lo primero Obdulia, porque dijo con cierta viveza: , señor, me he hecho en el brazo esta quemadura... Y al mismo tiempo levantó la manga del vestido y puso al descubierto una herida fea y dolorosa que tenía en el antebrazo.

La mano izquierda había desaparecido con una parte del antebrazo. La manga colgaba sobre el vacío doloroso del miembro ausente. La otra mano se apoyaba en un bastón, auxilio necesario para poder mover una pierna que no quería recobrar su elasticidad. Pero Chichí estaba contenta. Veía á su soldadito con más entusiasmo que nunca: un poco deformado, pero muy interesante.

Por las rápidas gesticulaciones del sacerdote, la manera cómo sacudía, primero, sus dedos apretados, y luego alzaba su mano abierta y tocaba su antebrazo izquierdo, podría haber afirmado que estaba hablando de algún secreto, cuyo poseedor había desaparecido.

«Miá este dijo uno de los chicos del carbonero, atacando al general en jefe con el codo, así como los pollos embisten con el ala . Dice que me ponga detrás... Si no te callas, puñales, te pego la bofetá del siglo. Pega, hombre, pega chilló Rafael preparándose a recibirle, animoso, imponente, con el puño cerrado, y presentando también el codo y antebrazo como un escudo . Vamos, hombre...

Esta vez, los recónditos y gargarizantes pavos del señor Colignon permanecieron taciturnos. El francés apoyó horizontalmente el antebrazo en la depresión o meseta superior del abdomen, sustentó el opuesto codo sobre aquella mano, y con la otra mano se cubrió el huevo y la huevera de latón, esto es, la barbeta y la perilla, en actitud napoleónica y cogitabunda.

La Naturaleza se ingenia con la idea que la atormenta de acariciar al pequeñuelo, abrazarlo y acercárselo á los pechos. Ceden los ligamentos, se dilatan, desprendiendo el antebrazo, y de ese brazo surge un pólipo aplanado. Esta es la mano. De manera que el lamantín goza de tan suprema dicha: con su mano abraza al hijuelo para estrecharlo contra su pecho, y, agarrándolo, colócalo sobre su corazón.

Aquéllas eran heridas. Ya sabes que una bala me entró por el antebrazo, subió hacia el hombro, dio la vuelta por toda la espalda, y vino a salir por la cintura. ¡Oh, qué herida tan singular!, pero a los tres días estaba sano, mandando la artillería en el ataque de Bellegarde».

El noble salvaje se remangó la camisa y dejó ver el antebrazo, donde había una señal roja bastante larga. Diablo; ha sido un golpecito regular dijo Castro. Un planazo manifestó Alvaro. No; más bien parece que ha sido con el corte. Lo que hay es que pegando enteramente a plomo y no tirando un poco del sable al mismo tiempo, el corte suele embotarse.