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¡Yo seré quien te alumbraré con un blandón del infierno gritó con agria y colérica voz Rosa Mística : libertino, profanador, cantor sempiterno e insufrible! Ramón Pérez, vuelto en de la primera sorpresa, echó a correr más ligero que un gamo, sin volver la cara atrás. Este fue el golpe decisivo. Marisalada fue despedida de una vez, a pesar del empeño que hizo tímidamente don Modesto en su favor.

Sulfuróse Villamelón y miró a su mujer y luego a Gorito y después a Reguera con cierta especie de colérica complacencia retratada en el semblante, arrebatado y apoplético por los vapores que le subían del repleto estómago... ¡Le exasperaba a veces aquella sencillez de Curra, que jamás podía comprender la malicia de ciertas cosas!...

Voy, voy al momento. Cerraré la puerta y me llevaré la llave. No importa. Las señoras tienen otra. Vamos. El abate había conseguido su objeto, que era alejar á Coletilla de la casa aquella tarde, para que Clara se quedase sola. En tanto las esfinges se acercaban al término de su viaje, y Lázaro las seguía, revolviendo en su mente el plan que en un momento de colérica inspiración había concebido.

María-Manuela quedó suspensa un instante, pero, revolviéndose colérica en seguida, exclamó: ¡Adiós, infanta! Perdone usía que le haya lastimao las orejas. ¿Quiere usía que hable por lo finitico? ¿Quiere usía un poquito de agua para quitarse el susto? Paca alzó los hombros con ademán de lástima. ¡Siempre has de tomar el rábano por las hojas, mujer!

De pronto, el orador ¡paf! recibe un golpe en medio de la cara; el auditorio ¡paf! recibe otro. Antes que se hubieran repuesto de la sorpresa, reciben otros dos ¡paf, paf! Era la colérica Valentina el autor de aquel daño. En menos de un minuto los llenó a ambos de bofetadas. Pablito no encontró mejor recurso que escabullirse bonitamente, y plantarse en la calle.

Y de nuevo trató de abrazarle la infeliz. Doña Rebeca la separó del caballero con aspereza, diciéndole: ¡Qué padre ni qué ocho cuartos! El de Luzmela abrió entonces los ojos inmensamente, con tal expresión desesperada y colérica, que la señora echó a correr, mientras la niña, vacilante, caía de rodillas, suplicando: ¡Dios mío, Dios mío!

¿Qué es eso? ¿qué pasa aquí? preguntó con torpe lengua. Y al ver a su hija dió un paso atrás y todo su cuerpo se estremeció. Esta mujer, que después de pedir que te declaren loco viene a insultarme gritó Amparo con voz chillona de rabanera colérica. Papá, no hagas caso dijo Clementina yendo hacía él.

Una mañana, Felicita entró en la zapatería de Apolonio, cosa acostumbrada; pero aquel día, la solterona llevaba desencajado el rostro, con expresión que pretendía ser colérica, y, sin embargo, dejaba recelar un placer oscuro. «¿Qué tripa se le habrá roto a esta vieja vestalpensó Apolonio.

Le hablé de las teorías de Barey, el célebre cuidador inglés, según el cual una palabra colérica aumenta el pulso de un caballo en diez pulsaciones por minuto. Luego, ya por mi cuenta, le dije que para correr sus caballos debe elegir un «jockey» que tenga voz de tenor, porque las vibraciones de este timbre son un estímulo mayor para los animales que la voz baritonal. No se dió cuenta del titeo.

Te la he traído y te la entrego... sabes envenenar el alma, Ana; envenena la de esa muchacha y haz de modo que nos sirva bien. Voy por ella. Y se dirigió á la puerta por donde había entrado. Pero al abrirla, se vió tras ella un hombre y se oyó una ronca voz que dijo temblorosa, colérica, rugiente, amenazadora: ¡Atrás! ¡atrás, sargento mayor! ¡ no saldrás de aquí!