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Pero, alma de Dios me dijo por último razonamiento , ¿no te has enterado de que son inútiles ya en mi llavero? ¿No has visto que ni para mover las tablucas desclavadas de la alacena me quedan fuerzas ya? ¿Cómo, sin dar cuarto al pregonero, he de componerme para llegar con las manos a lo que hay dentro de la caja? ¿No lo consideras?

35 Y fue, que al mover el arca, Moisés decía: Levántate, [oh] SE

La cabeza de Mauricia se iba quedando quieta, quieta... Luego la vimos mover los labios, y sacar la punta de la lengua como si quisiera relamerse... Dejó oír una voz que parecía venir, por un tubo, del sótano de la casa. A me pareció que dijo: más, más... Otras personas que allí había aseguran que dijo: ya.

Por fortuna era tan dulce el Padre que no podía mover a odio, y tan silencioso y modesto que no excitaba la envidia. Todo se redujo a que le olvidasen, viéndole; género de olvido que ocurre con frecuencia.

El zumbido armónico y confuso se agrandó ahora, convirtiéndose en música alegre y bizarra, marcha triunfal de ruidosos cobres, que hacía mover los brazos marcialmente y contonearse las caderas... ¡Adelante los buenos mozos!

Solo vos, no podríais defenderos de la multitud de hombres de valía que acechan el favor de su majestad; con vos yo, falta á esos hombres un aliado, y vos tenéis en unos ojos que todo lo ven, unos oídos que todo lo oyen. Puesto que os tengo cogido... ¡Cogido!... Preso, y de tal modo, que no os podéis mover; voy á deciros las condiciones... ¡Vos, condiciones á !

Pero estás hecho un trasto viejo, que no sirves para maldita de Dios la cosa. Todavía no puedes mover el brazo izquierdo que te dislocaron en el cabo de San Vicente. Mi amo movió el brazo izquierdo con un gesto académico y guerrero, para probar que lo tenía expedito.

Necesito reposo, vida animal, sumirme en una dulce imbecilidad, olvidarlo todo, y acepto con reconocimiento su mano amiga. Después, el día que menos lo piense usted, levantaré el vuelo; la primera mañana que despierte alegre y me cante dentro de la cabeza el pájaro travieso que tantas locuras me ha aconsejado, hago las maletas y ¡a mover las alas!

Si Eleuterio fuera a Agricultura, , se arreglaría todo; porque estando él en el gobierno nadie se atrevería a mover a mis yernos. Pero, hijita, no se sabe nada; no hay manera de saber nada. ¡Qué cosa! ¿no? ¡Es una cosa tremenda! Luego, Eleuterio es así; no da un paso; no hace ninguna gestión; espera tranquilo.

Con los ojos cerrados, él piensa: él se acuerda de todo. ¡Qué largo, qué largo el tío de mamá, como los palos del telégrafo! ¡Qué leontina tan grande y tan suelta, como la cuerda de saltar! ¡Qué pedrote tan feo, como un pedazo de vidrio, el pedrote de la corbata! ¡Y a mamá no la dejaba mover, y le ponía un cojín detrás de la espalda, y le puso una banqueta en los pies.