United States or Turkey ? Vote for the TOP Country of the Week !


Los de Santo Angel empero, habiendo quitado por fuerza las cartas al correo en el paso del Iguy, en donde los militares superiores estaban fabricando un fuerte, y pasando despues al pueblo, embistieron armados, y pidieron para deponer al corregidor, ó cabeza del cabildo, el que era autor de dichas cartas.

Otro hubiera perdido la cabeza; él ni siquiera perdió la esperanza. Fuese directamente a su esposa y le dijo con la alegría de siempre: Mi querida Margarita, esta maldita revolución nos lo ha quitado todo; no nos quedan ni mil francos nuestros. La duquesa no esperaba semejante noticia y, pensando en su hija, lloró amargamente. No temas nada le dijo ; es una tempestad pasajera.

Llevaba dominó negro y se había quitado la careta. Sus ojos se encontraron, pero ella apartó los suyos vivamente y por su hermoso rostro sonriente se esparció una nube sombría. Velázquez vaciló unos instantes, pero al fin se decidió á acercase á la mesa haciendo un gran esfuerzo sobre mismo para aparecer sereno. Á la paz de Dios, señores. Soledad no respondió.

Se había quitado el negro fieltro para sentir mejor el fresco de la tarde, que agitaba sus lacios cabellos grises.

¡Ah! ¿estamos de plácemes? por cierto; el asunto de la reina está á punto de concluirse; una vez quitado de en medio ese estorbo, es distinto, nos quedamos solos con el padre y con el hijo. ¿Pero y don Rodrigo...?

Conveníale, pues, quitarse pronto la máscara ante su hermano como se la había quitado ante doña Lupe, pues hasta que lo hiciera no se reintegraría en el uso de su voluntad.

Fué para ella un incidente sin importancia, un encuentro agradable, que la había quitado el miedo; nada más. Y sin embargo, Roseta aquella noche cenó y se acostó pensando en el nieto del tío Tomba.

Si la raza felina no te ha hecho apurar la copa del desengaño, te proporcionaré cuando quieras un variado concierto: aún mayo con bastante afinaciónJulia le contestaba: «Si piensas que se me ha quitado la manía de despeinarte, te equivocas.

Eppie quitó el brazo de atrás de la cabeza del tejedor y adelantó un paso. Sus mejillas estaban encendidas, pero no era de falso rubor: la idea de que su padre estaba sumido en la duda y, la angustia le había quitado esa especie de conciencia de misma.

Hice un signo afirmativo, pues el miedo, que hacía pasar por todo mi cuerpo un calofrío delicioso, me había quitado el uso de la palabra. ¡Que Dios te lo pague, buena e inteligente niña! exclamó estrechándome contra su pecho. Y mi respiración se cortó en una deliciosa angustia. Dejé caer mi cabeza sobre su hombro y cerré los ojos.