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Pero supongamos que un filósofo se digna descender del olimpo de las abstracciones incomprensibles, y no se desdeña de hablar el humilde lenguaje de lo mortales, presentando el argumento psicológico bajo una forma mas sencilla, ¿quién sabe si la conviccion producida seria algo mas difícil de destruir? ensayémoslo.

Detúvose allí algunos días para arrancar de raíz la idolatría y disponerlos á recibir la santa ley de Cristo; y aunque al principio le fué preciso ir ganando tierra poco á poco, venciendo al fin la gracia del Espíritu Santo, abrieron los ojos aquellos bárbaros y se ofrecieron de buena gana á alistarse en el número de los fieles, presentando en prendas de esta verdad á sus hijos para que desde luego fuesen lo que ellos de allí á poco habían de ser.

Ese joven dijo , no es sobrino del cocinero mayor. ¿Pero en qué quedamos? ¿qué es ese mancebo? El se cree hijo de Jerónimo Martínez Montiño, hermano de Francisco Martínez Montiño, cocinero de vuestra majestad; pero no es así... es... hijo de padres muy nobles, como lo reza esta carta dijo el padre Aliaga, presentando al rey la tan traída y llevada carta de Pedro Martínez Montiño á su hermano.

Hacía varios años que Pep había satisfecho su deuda, y sin embargo, aquellas buenas gentes seguían llamándole amo, y al verle ahora sentían la impresión del que se halla en presencia de un ser superior. Pep Arabi fue presentando a su familia. La atlota era la mayor, y se llamaba Margalida: una verdadera mujer, aunque sólo tenía diez y siete años. El atlot, que era casi un hombre, contaba trece.

La guardia se formó en dos filas ante la puerta, presentando sus armas, mientras el divino soberano salía lentamente, apoyado en un brazo de Miguel. Eva le cerró el camino. Majestad: un instante. Y corrió al establo, abriendo la puerta.

Parapetado tras una tripuda botella de lo tinto, y haciendo boca con media libra de salchichón, esperaba pasar una escrupulosa revista á cuanto se pusiese al alcance de mi vista. Puesto que entre personas de tono, lo primero es la presentación, voy á ir presentando á mis bellas lectoras, y digo lectoras porque ellas son siempre más curiosas que ellos, los bocetos de mis compañeros á bordo.

Calcúlese el relieve que adquiriría aquella figura tan esbelta, tan fina, tan pulcra y tan elegante, sobre los fondos sucios y denegridos del gran salón del Casino de Villavieja. Don Claudio avanzó con sus acompañados hasta la mesa de billar, y les fue presentando, uno a uno, todos sus amigos agrupados allí.

Que la humanidad siempre es la misma bajo los distintos disfraces con que se va presentando en cada siglo. Y si el lector al llegar aquí, y en uso de su derecho, me pregunta á qué conducen las anteriores perogrullescas reflexiones, le diré que ellas son lo único que saqué en limpio de mi última sesión con mi buen amigo don Pelegrín.

Catalina se ocupó de poner la mesa con Luisa. Duchêne subió de la bodega un barril de vino, llevándolo sobre el hombro; lo colocó en el aparador, hizo saltar el tapón, y cada guerrillero fue presentando su vaso, su cacharro o su cantimplora ante el chorro de color púrpura, que brillaba a los reflejos del hogar.

Recordaba otras catedrales famosas, aisladas, en lugar preeminente, presentando libres todos sus costados, con el orgullo de su belleza, y las comparaba con la de Toledo, la iglesia-madre española, ahogada por el oleaje de apretados edificios que la rodean y parecen caer sobre sus flancos, adhiriéndose a ellos, sin dejarla mostrar sus galas exteriores más que en el reducido espacio de las callejuelas que la oprimen.