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Y si me añades que no puede ser de ventaja alguna el ir atrasados con respecto a los demás, te diré que lo que no se conoce no se desea ni echa de menos: así suele el que va atrasado creer que va adelantado, que tal es el orgullo de los hombres, que nos pone a todos una venda en los ojos para que no veamos ni sepamos por dónde vamos, y te citaré a este propósito el caso de una buena vieja que en un pueblo, que no quiero nombrarte, ha de vivir todavía, la cual vieja era de estas muy leídas de los lugares; estaba subscripta a la Gaceta, y la había de leer siempre desde la Real orden hasta el último partido vacante, de seguido, y sin pasar nunca a otro sin haber primero dado fin del anterior.

Se le figuró ver que caía la Regenta y se aplastaba, que caía el Magistral y se aplastaba, que caía don Víctor y se convertía en tortilla, que el mismo don Álvaro rodaba por el suelo hecho añicos. No importaba. Había llegado el momento. Si perdía la ocasión, la vacante de Teresina, podía entrar otra y adiós señorío futuro. No había más remedio que ocupar la plaza inmediatamente.

Las formas anteriores, siempre subyacentes, tomarían el lugar vacante, ascendiendo al primer plan; los taumaturgos, las reliquias y las imágines milagrosas desalojarían otra vez a los médicos; los teólogos a los letrados; el látigo a los métodos pedagógicos; y la letra, de nuevo convertida en vehículo de absurdos sagrados, volvería a entrar con sangre por las partes traseras del discípulo recalcitrante.

Desde el rompimiento de Soledad con Velázquez, en vez de acudir solícito á sitiar la plaza vacante, se había despegado un poco. Saludaba á la joven cuando la hallaba y hablaba con ella algunos ratos, pero no se le veía asiduo como antes.

¡Que el diablo le lleve! dijo el paciente dando un brinco sobre su asiento . La plaza de verdugo está vacante en Córdoba, ¡por Cristo! usted puede obtenerla, porque tiene excelentes disposiciones para abrir la garganta a los cristianos. Y enjugó con la punta de su corbata la sangre que salía de su herida.

Perezoso y sin voluntad, incapaz de desplegar actividad intelectual y de disfrutar de los placeres más nobles del alma, ascendió al trono esta sombra de Rey, que se deshacía á las llamas del último auto de fe, mientras los dominios españoles, unos tras otros, pasaban á manos extrañas, y mientras sus parientes de las casas de Borbón y de Ausburgo esperaban inquietos ocupar la herencia vacante.

Desde la muerte de don Blas de Artola, el teniente de navío retirado, la plaza de hombre ilustre está vacante en nuestro pueblo. Cincunegui excita mis sentimientos ambiciosos, quiere mi encumbramiento, mi exaltación; según él, no puedo dejar a mis paisanos en la orfandad en que se hallan; debo llegar al pináculo de la gloria. A , la verdad, la gloria no me entusiasma.

El humilde Francisco de Asís sube al cielo, y, si hemos de dar fe a la revelación que tuvieron sus hijos espirituales, fue a sentarse en el esplendoroso y elevadísimo trono que dejó allí vacante Lucifer después de su rebeldía. Y no dilato más mi razonamiento. Básteme concluir aconsejándote que no hagas el menor caso de que te hagan o de que no te hagan caso.

Dolores y su marido habían ido a vivir a Madrid, al parecer reconciliados. Cuando ya estuve en disposición de salir de casa, don Ciriaco me llevó a ver a un amigo suyo, capitán de una fragata, La Ciudad de Cádiz. El viejo capitán, que me tenía cariño, quería que su amigo pasara a mandar la Bella Vizcaína y yo ocupara la vacante en La Ciudad de Cádiz.

Quiso entonces tomar en ella asiento por derecho propio, y la casualidad y su bonita figura le depararon a Currita, Angélica a la sazón vacante, a quien plugo darle en su casa el destino de Medoro.