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Y fui en busca de las criadas, hice matar seis tiernos pollos y me quedé mirando tranquilamente a esas pobres aves, mientras la sangre brotaba de sus pescuezos abiertos. Daba lástima ver cómo uno de ellos, un gallito, batía las alas mientras la angustia de la muerte le arrancaba gritos y trataba de herir con sus espolones los dedos de la criada.

¿Qué hay, señor don Pablo Bragas? Que Elisico estaba ayer jugando con unas gallinas, y les pegaba á los pollos con una caña, que á ser manejada por más fuertes manos, no les dejara con vida. "Muchacho, le dije: ¿por qué castigas á esos animalejos?" "Porque son pollos, contestó, y los quiero matar." "¿Y qué te han hecho, verduguillo." "Les estoy mandando que digan pío, y no quieren."

Allá se haya santa Marta con sus pollos, que en llegando el día de la cuenta, quien hubiese gastado menos, saldrá mejor libradoAmaro Rodríguez se sabe que falleció en Sevilla el 23 de Abril de 1865, siendo su cadáver enterrado en la iglesia de san Marcos.

Por cada guindilla que se comía el otro, el marido de Pepeta se zampaba tres, y así dieron fin á la ristra, verdadero rosario de demonios colorados. Este bruto debía tener coraza en el estómago. Y seguía firme, impasible, cada vez más pálido, con los ojos entumecidos y rojos, preguntando si Copa había ya matado un par de pollos para la cena y dando instrucciones sobre el modo de guisarlos.

Había empezado por cálculo a festejarla, con el dominio sobre de un hombre que tiene libre el corazón: había llegado pronto, gracias a la resistencia desdeñosa de la chica, a preocuparse vivamente, a sentirse aturdido y fascinado en su presencia. Luego la competencia de otros pollos le encendía la sangre y los deseos de hacerse pronto dueño de la mano de la niña.

Debe nutrirse con leche, pollos, huevos frescos y cosas análogas. ¡Cuando yo le decía a usted prorrumpió la abuelita encarándose con el tío Pedro que el señor es el mejor médico del mundo entero! Cuidado que no cante advirtió Stein. ¡Que no vuelva yo a oírla! exclamó con dolor el pobre tío Pedro.

Es necesario que hagas matar algunos pollos para la comida y que pongas a refrescar el moselle. El primo Roberto ha llegado. ¡Ah! dije con mucha calma. ¿Dónde está? En el gabinete de tu padre conversando con él. ¿Y dónde está Marta? pregunté con una sonrisa. Ella me dirigió una mirada de censura como para reprocharme mi demasiada sagacidad; después dijo: Está con ellos.

Si yo fuera hombre y casado con mujer semejante, reventaría como una bomba. Has hecho bien en no seguir su consejo y en venir a la escuadra. Todavía eres joven, Alonsito; todavía puedes alcanzar el grado de brigadier, que tendrías ya de seguro si Paca no te hubiese echado una calza como a los pollos para que no salgan del corral».

En el paseo de la noche, que viene a ser subrepticio, a lo menos así lo llama don Saturnino, hay además el atractivo que le presta la fantasía. Se ve lo que no hay. Cada cual, según su imaginación, atribuye a los que pasan la figura que quiere. Parecen otras las chicas dicen los pollos. Los vetustenses gozan la ilusión de creerse en otra parte sin salir de su pueblo.

Por breve espacio de tiempo estuvo fluctuando de aquí para allí, amenazando caer unas veces y remontándose otras, con gran algazara de los pollos, quienes al ver aquella cosa blanca que se paseaba por los aires con tanta majestad, iban tras ella aguardándola en su caída, con la esperanza de que fuera algo de comer.