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El enredo de la comedia Trampa adelante es también muy ingenioso y divertido. Don Juan de Lara, caballero principal, pero poco favorecido de bienes de fortuna, inspira un amor entusiasta á una viuda joven y rica, sin corresponderla, por su parte, por estar enamorado de otra dama.

Los bienes de madre son míos; ella me quiere con toda su alma y hará por los mayores sacrificios. No dude usted, pues, de que dentro de seis meses tendrá los ocho mil reales que ahora me preste, sin necesidad de que yo me venda para pagárselos.

Por las muchas deudas que contrajera el último duque de Sandoval, viejo y disipado solterón, tío del heredero, el palacio había sido embargado en la liquidación testamentaria de sus bienes. Ocurrió esto en la minoría de Pablito.

Esto, Padres de nuestras almas, no lo hemos de creer por más que nos lo esteis predicando, esto sin duda no es la voluntad de nuestro Rey y señor, sino engaño de los que sin atender á nuestras almas sólo aspiran al interés de los bienes temporales.

Su loco cuerdo es un verdadero caos de prodigios sin fundamento, que en vez de inspirar devoción, como su autor intenta, sólo excitan aversión y repugnancia. Cuenta la historia de un rico comerciante, que de repente se convence de la frivolidad de los bienes mundanos, y se retira al desierto para hacer rigurosa penitencia el resto de sus días.

Dixeron á Tibaldo que les ayudase á salir de tan dura servidumbre, y que se reprimiese la insolencia de Rocafort, pues olvidado de lo que debia hacer un buen gobernador, y capitan, atropellando las leyes naturales, usaba de su poder en cosas ilicitas, y fuera de toda razon, y de los subditos libres como de sus esclavos, y de los bienes agenos como suyos propios.

Este ideal era que toda riqueza, todos los bienes de fortuna llegasen á ser un día, cuando la sociedad tocase ya en la perfección deseada, signo infalible de laboriosidad, de talento y de honradez en quien los había adquirido; que el ser rico fuese como innegable título de nobleza, ganado por uno mismo ó por el progenitor que le ha dejado los bienes.

Había desempeñado algunos cargos de importancia en la administración pública, y había estado a pique una vez de ser nombrado senador ministerial: este era el sueño de su vida; tenía bienes de fortuna, y gozaba mucha consideración entre sus deudos y amigos: para coronar, no obstante, el edificio de su respetabilidad, que piedra sobre piedra había ido levantando con trabajo durante muchos años, faltaba aquel remate; pero lo alcanzaría, no había quien lo dudase; la familia lo esperaba con afán; los amigos lo daban como seguro en un plazo más o menos breve.

Bien sabe usted lo que le espera al alumno que se pone delante de un profesor: usted mismo, con todo su amor á la justicia, con todos sus buenos sentimientos, ha estado conteniéndose á duras penas cuando yo le decía amargas verdades, ¡usted mismo, P. Fernandez! ¿Qué bienes ha sacado el que entre nosotros quiso sembrar otras ideas?

»Por otra parte, los bienes de mi hijo Roberto están también cargados de deudas; efectivamente, ha tenido que pagar fuertes sumas para desinteresar a sus hermanos y hermanas, y además nosotros hemos conservado sobre la propiedad una hipoteca cuyos intereses nos hacen vivir, lo mismo que a mis otros hijos.