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La imaginación de nuestro poeta aparece ya, desde su principio, con esa plenitud y ese fuego que tanto nos maravilla siempre; pero algunas de sus primeras obras son bajo este aspecto grandiosas, especialmente El Príncipe constante y La vida es sueño; y en cuanto á la delicadeza y mérito dramático de su enredo, ninguna de sus comedias posteriores aventaja á las que se titulan Peor está que estaba, Casa con dos puertas y La dama duende.

Al pobre muchacho, en vez de servirle de algo cuanto yo le digo, va a armarle en la cabeza una confusa maraña, un enredo, un caos inextricable. ¿No sería más natural y más conveniente ser su maestra por estilo sintético?

Los olfatos más diestros en aquello de seguir la pista a un enredo pusiéronse al punto en movimiento, y a poco quedó averiguado que Jacobo había tenido la desfachatez de convidar al viejo duque, y el noble anciano el decoro de negarle la demanda.

Cuando la mayor parte de los poetas dramáticos de aquel período consideraban de ordinario el argumento de sus obras como su objeto principal, manejándolo y revolviéndolo en todos sentidos para darle el aspecto y la forma que podía ofrecer la poesía para recreo de los espectadores, los hechos, que constituyen el enredo, son sólo para este poeta la expresión del pensamiento que intenta representar.

Su habilidad en excitar la atención y de estrechar más y más el enredo de la fábula, es, sin duda, maravillosa; pero su inclinación á lo raro y extraordinario le hace inventar á veces enredos, que sólo pueden desatarse destrozando la acción principal.

Los empeños de seis horas, comedia de enredo muy complicada, de plan ingenioso y bien desempeñado, y enteramente conforme con el estilo calderoniano. El escándalo de Grecia contra las santas imágenes. Conozco sólo algunas de estas comedias.

Pues... ayudaba á vuecencia contra la reina, y al conde de Olivares contra el duque de Uceda y contra vos, y al duque de Uceda contra vos y contra el conde de Olivares, y traía enredado á todo el mundo, de cuyo enredo ha resultado el lance que le tiene en el lecho mal herido, y un delito horrible. ¡Un delito!... Oigame vuecencia y llegaremos á ese delito. Seguid, seguid.

El enredo, según se recuerda fácilmente, se asemeja al de La Estrella de Sevilla, y se funda, como él, en una costumbre de la Edad Media, con arreglo á la cual el asesino se entregaba á los parientes del asesinado para que lo castigasen ó perdonasen.

O lo había pensado o lo había soñado la noche anterior; de eso no estaba segura; mas era una consecuencia que a cualquiera se le ocurre sacar. El orden de sus juicios era el siguiente: ¿Cuánto tiempo duró el enredo de mi marido con esa mujer?, no lo .

¿Cómo es eso? ¿Qué me cuentas? ¿Qué mentira, qué enredo te han hecho creer? Si amase á un galán, Clara me lo hubiera confesado. Ella misma ignora casi que le ama; pero me consta que le ama. Vamos, , ya doy en ello: ciertas miradas y sonrisas con un estudiantillo... Me las ha confesado. Está arrepentida... ¡Con un estudiantillo!... ¿Pues se había de ir Clarita á correr la tuna?