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Pachimerio dice, que la ocasion de apartarse Ferran Jimenez de Roger fué, porque muchas veces le advirtió que reprimiese y castigase los soldados, y como vió que en esto no andaba como debia, se apartó de su compañía con los que le quisieron seguir. ¡Notable fuerza de inclinacion, que apenas se apartaba el peligro de las armas extranjeras, cuando ya las competencias y guerras civiles se encendian entre ellos!.

Dixeron á Tibaldo que les ayudase á salir de tan dura servidumbre, y que se reprimiese la insolencia de Rocafort, pues olvidado de lo que debia hacer un buen gobernador, y capitan, atropellando las leyes naturales, usaba de su poder en cosas ilicitas, y fuera de toda razon, y de los subditos libres como de sus esclavos, y de los bienes agenos como suyos propios.

No era dable que el autor reprimiese su deseo de pintarnos detenidamente sin dejar indicados con vaguedad en el fondo a tantos y tantos importantes personajes, a fin de que apareciese en primer término, sin apartarse de nuestra vista y como centro y principal objeto de todo, D. Cristóbal de Moura, a quien, sin embargo, es menester confesar que se debió más que a nadie el buen éxito de la unión de Portugal y de Castilla y que esta unión fuese menos violenta y mucho más durable de lo que hubiera podido temerse y de lo que, sin duda, Felipe II temía.

Mientras ellos procuraban valerse de todas las suertes de su crueldad y fiereza para darle la muerte, los cathecúmenos desde lejos procuraban librarle de ella, amenazando á los Cozocas que vendría sobre ellos la ira de Dios y les daría su merecido, como á su costa ellos lo habían experimentado; y ó fuese porque el temor les hiciese caer en la cuenta, ó porque Dios reprimiese su orgullo, dándoles más acerbos dolores en los brazos, se pararon algún rato y dieron tiempo y oportunidad al siervo de Dios para acercarse al Mapono, y con modo cortés y afable le dió á conocer el poder de Jesucristo, que por más que él y los suyos lo intentasen, si no era voluntad de su Divina Majestad, no le podrían quitar un cabello; y que sus Tinimaacas, por más que se jactasen de que eran señores del cielo y dueños del mundo, al fin no eran otra cosa que miserables y flacas criaturas condenadas por su culpa á cárcel perpetua en el infierno.